Medidas económicas
El momento de la verdad
En el acto de clausura de los cursos de verano del Campus FAES, que preside José María Aznar, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha enviado dos mensajes de calado a una ciudadanía que vive con preocupación creciente la difícil coyuntura económica que atraviesa España. Primero, que la salida de la crisis sólo será posible si la nación comprende, y actúa en consecuencia, que es imprescindible acometer una profunda reforma del Estado y sus administraciones públicas que deben ir mucho más allá de la simple reducción del gasto. Una revisión en profundidad que cure los males que tradicionalmente lastran nuestro sistema productivo y que el propio presidente del Gobierno no dudó en citar: la inflación normativa, la multiplicación de ventanillas y formularios, el ensimismamiento competencial o la desmesura reglamentista. No serán, pues, las medidas de urgencia, los denostados, pero imprescindibles, «recortes», los que garantizarán por sí mismos el futuro del país. Ha llegado el momento de racionalizar unas administraciones que, como se explica en profundidad en nuestro análisis de Primera Plana, vienen multiplicando desde hace una década el número de empleados y de organismos públicos, con el consiguiente sobreesfuerzo presupuestario, sin que se pueda justificar en la existencia de cambios fundamentales en la estructura poblacional, social o territorial del país. En otras palabras, la crisis entendida como la oportunidad para acometer la deseada modernización de un estado hipertrofiado, de imposible sostenimiento y que en demasiadas ocasiones no es capaz de responder eficazmente a los verdaderos problemas.
El segundo mensaje del presidente Rajoy tiene a sus destinatarios más allá de nuestras fronteras, en nuestros socios comunitarios. Ciertamente, España, como otros países, debe cumplir con las normas fiscales de la zona euro y afrontar, por duros que sean, los sacrificios que las circunstancias imponen. Pero si se quiere que la moneda única sea irreversible, la Unión Europea debe cumplir los compromisos firmados con el mismo celo y celeridad que se exige a sus miembros. Y, aquí también, abordar una reforma profunda de los mecanismos del euro, por más que supongan una cierta pérdida de soberanía.
Porque sin una gran reforma fiscal y financiera, sin un regulador único, nuestra moneda dejará de ser instrumento fundamental de integración para convertirse en un problema que, tarde o temprano, afectará a todos sus miembros.
Resumiendo. La situación actual de España exige medidas de ahorro y contención del gasto en el corto y medio plazo. El Gobierno está decidido a tomarlas. Pero para garantizar la prosperidad del país a la larga, no son suficientes. También lo sabe Rajoy y está dispuesto a afrontarlo.
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