Valencia

Buenas noticias para asesinos

En España se tiene la idea de que las penas para los grandes criminales son injustas y blanditas. Y, en general, se tiene razón. Al término del juicio, a lo mejor el presunto colecciona dos mil años de cárcel, pero al final no cumple más de treinta, y tal como se hacían antes las cuentas, salían a la calle en quince o dieciséis años, incluso los más malos.

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En febrero de 2006, el pleno de la sala penal del Tribunal Supremo aprobó, por doce votos a tres, una nueva fórmula de cómputo de las penas. El asunto estaba dedicado al etarra Henri Parot, jefe del comando itinerante de ETA, pero por ende se impedía así la burla del espíritu de la Ley. A partir de la doctrina Parot, los criminales múltiples ya no tienen tan claro que puedan matar dos y pagar uno, o que si matan muchos como veinte, la mayoría les sale gratis. La doctrina Parot ha enmendado a una reata de etarras inconmensurable, pero también ha parado en seco a grandes asesinos, violadores y pedófilos criminales.

Ahora, el Tribunal Constitucional examina la cuestión y se plantea derogar la doctrina Parot. Sin la doctrina Parot, hoy, domingo 22 de mayo, santas elecciones, saldría en libertad Miguel Ricart, el asesino de Miriam, Toñi y Desirée, las niñas de Alcácer (Valencia). Una de ellas, al menos, tenía arrancado un pezón con unas tenazas, y el tal Ricart, era el sospechoso número uno de ser el autor material de este comportamiento sádico. En cualquier caso lo indudable es que sin Parot, Ricart habría cumplido su condena rebajada por tres delitos de asesinato, cuatro de violación y tres de rapto.

En total 170 años de prisión que por la aritmética penitenciaria normal se reducen a treinta años, a los que desde el primer día se les aplican los beneficios pertinentes. El asesino de Alcácer, que no colaboró con la justicia, ni contó lo que pasó, ni dijo siquiera dónde está el más que probable asesinado Anglés, se habría visto en la calle, todavía fuerte y joven.

Condenas que no son nada
¿En qué consiste la doctrina Parot? Pues se trata de que el penado debe cumplir sucesivamente sus responsabilidades, de modo que extinguida una pena, con las redenciones y beneficios que le sean aplicables, empieza la siguiente, por orden de gravedad hasta el límite efectivo de cumplimiento de los 30 años. Otros grandes criminales afectados por la grave parotitis son el cruel Pedro Jiménez, asesino de las chicas policía de Hospitalet de Llobregat, y Pedro Luis Gallego, «el violador del ascensor de Valladolid», autor de los asesinatos de Marta Obregón (1992) y Leticia Lebrato, de 17 años.

Éste tendría que haber salido el 18 de diciembre de 2009, a pesar de haber sido condenado a nada menos que 328 años. Pero era tal la diferencia entre el pánico ciudadano, el rechazo moral de la condena cumplida y el abismo de su conducta, que la Audiencia Provincial de Burgos decidió aplicarle la doctrina, lo que le impide salir en libertad antes de 2022. Delincuentes comunes con grandes condenas son los más firmes candidatos al reducto clientelar de este parche del Supremo, a una legislación coja que hace de España un país blandito para criminales, agresores sexuales, pederastas y asesinos en serie. De Juana Chaos, uno de los asesinos más sanguinarios de ETA, se escapó por muy poco, dado que liquidó condena antes de que se decretara.

El que sí quedó atrapado en la nueva y firme red fue Pedro Jiménez, el merodeador, que sorprendió a una de las chicas policías, las hizo subirle al domicilio de ambas y allí las ató a las dos y las sometió a tortura, hasta que les quitó la vida. Fue condenado a 83 años por doble asesinato y violación. Según los cálculos, no saldrá de la cárcel hasta que tenga 79 años, allá por 2048. Su comportamiento brutal y salvaje le hace acreedor de ese trato. No hace mucho que en el interior de la penitenciaría un grupo de reclusos le propinó una paliza. El reo, de 1,56 metros, intimida a sus víctimas con una navaja aprovechando, por ejemplo, «un permiso carcelario» anterior a la doctrina Parot.