Barcelona
Jorge Navarro ficciona un crimen real en la Barcelona del XIX
barcelona-Barcelona sigue siendo un filón como tema literario, incluso como un personaje con entidad propia en el terreno de la narrativa de ficción. Pero Jorge Navarro no es un oportunista. Su primera novela, «Las cinco muertes del barón airado», editada por Seix Barral, hacía tiempo que estaba escrita, pero no había logrado hacerse un hueco entre las numerosas novedades literarias.
Precedida del aplauso de primeros lectores de lujo como Pere Gimferrer, Eduardo Mendoza o Lorenzo Silva, finalmente fue publicada. Navarro explora un suceso sucedido en la capital catalana en 1893. Poco después de la mítica bomba anarquista en el Gran Teatro del Liceo, el barón de Castellfullit y Senador Vitalicio del Reino, una de las personalidades con más poder en la ciudad, se ve envuelto en una espiral de conspiraciones, donde son muchos los que desean acabar con él. En aquella Barcelona, el barón es un hombre con muchas influencias, que se entrevista con la reina regente o con el entonces presidente Cánovas del Castillo. Su muerte trastoca a la ciudad y da paso a una investigación por la que aparecen personajes como el pintor modernista Ramon Casas, entre otros muchos personajes reales de aquel entonces. El proceso ju dicial y la Prensa de finales del siglo XIX tienen un peso muy importante en varios capítulos de la novela.
La Prensa como referente
Con estos elementos, Navarro ha sabido construir una historia contundente e impactante. Como Navarro explica, «éste es un homenaje a la Prensa de la época porque cuando uno quiere palpar el rastro de lo que pasaba en esa Barcelona debe acudir a los periódicos. La nuestra es una cultura de libros, pero también de los diarios». En este sentido, el escritor se sirve en el libro de un personaje real de esos años, el periodista de «La Vanguardia» Augusto Codina. «Él me ha permitido mirar la acción porque transcribió el juicion en sub periódico. Quien quiera conocer ese mundo y ese pasado debe acudir a sus textos», comentó Navarro.
El libro está estructurado en dos partes. En la primera se plantea las conspiraciones alrededor del barón, mientras que la segunda se centra en el proceso judicia. Pese a los elementos reales, Navarro admitió que «no he querido hacer una novela histórica. Por ejemplo, para el primer relato no consulté nada. Si yo hubiera hecho historia, esto no sería una novela y quería que lo fuera. Soy un historiador hasta que empecé a investigar el crimen en el que vi muchos elementos para crear una ficción. No me interesaban las referencias cronológicas, quería jugar con la temporalidad».
El escritor no duda en admitir que ha jugado con las fechas y el espacio con la intención de lograr «una mayor verosimilitud y darle mayor libertad al lector», algo que se nota en las páginas de «Las cinco muertes del barón airado».
La Barcelona del siglo XIX ha dado pie a numerosas novelas. Ya sea de la mano de autores contemporáneos a ese periodo histórico –como el Narcís Oller de «La febre d'or» – o más recientes en el tiempo –como Ignacio Agustí o Eduardo Mendoza–. Cuando se le pregunta a Navarro por este particular, confiesa que ha sentido el peso de ese legado narrativo, especialmente del último de los autores citados. «Sentí el peso de Mendoza, sobre todo el de "La ciudad de los prodigios", que hace veinte años era como una losa y por eso no quería ni leerlo. Mendoza es como un dios. No quería que el resultado final fuera "mendocino". Pero fue en vano porque hasta el aire de la ciudad te contamina», dice el autor de «Las cinco muertes del barón airado».
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