Bruselas

El Barón de Münchausen por Martín Prieto

La Razón
La RazónLa Razón

Barón alemán del siglo XVIII que ofreció su espada al Zar en dos campañas rusas contra los turcos y a su regreso como teniente relató anécdotas de su milicia que despertaron el asombro de los lerdos y la rechifla de los ilustrados. Afirmaba el Barón que se había extraído de un profundo pozo tirando hacia arriba de sus cabellos o había volado cabalgando los lomos de una bala de cañón. Entre sus asistentes contaba con uno tan veloz que había que ceñirle grilletes a los tobillos para que anduviera a paso de hombre. Las aventuras del Barón de Münchausen fueron recogidas por Rudolf Erich Raspe y ampliadas y multiplicadas por otros satiristas y llevadas varias veces al cine a comienzos del siglo pasado. Pasto en su día de infantes, no creo que hoy sea conocido por los preadolescentes grapados al ordenador, pero sus historias dieron nombre a una patología médica: el Síndrome de Münchausen, una alteración psiquiátrica en donde el paciente finge diferentes sintomatologías de diversas enfermedades, o se da a la ingesta de medicamentos no prescriptos o se autolesiona, para recibir así la atención y la simpatía de los demás. Es común en los hospitales que médicos desorientados y de- sesperados se reúnan en junta y acaben dictaminando: «Es un Münchausen».
El Molt Honorable, montado en el proyectil artillero, ha viajado a Moscú para tejer alianzas y ha sido recibido por la Catedral de San Basilio, junto a la que se ha fotografiado de noche para destacar la iluminación de la Plaza Roja y ha acudido a Bruselas donde el Manneken Pis ha escuchado también sus demandas. Todo en hoteles de lujo y con esposas incluidas, ignorando que las citas en el extranjero hay que tenerlas cerradas en la agenda antes de partir. Afirma el caballero que la economía del Condado Independiente de Barcelona será más potente que la alemana: de la quiebra y el bono basura catalán a la prima de riesgo negativa del Deuschbank. No objeta el redivivo Münchausen un Rey para la Cataluña irredenta, olvidando que el Conde de Barcelona es el Rey Don Juan Carlos, como también es Señor de Vizcaya. En tiempos de tribulación, al Rey le va a surgir el pluriempleo de los reinados pluscuamperfectos. Que Simón Bolívar (quien murió solo y renegando de la América independiente ) ofrezca rebajar los impuestos a los segadors que secunden su camino de Flautista de Hamelín, no es propio de los botigers aferrados a «la pela es la pela». Otro que como el mercenario alemán pretende salir de España y entrar en la Unión Europea tirándose de los pelos, cuando lo único que podría negociar es continuar usando el euro para no imprimir billetes «Mas» o «Companys», porque la peseta es del Banco de España y un signo de opresión económico-militar. Don Arturo tiene revolucionados a los oncólogos asegurando que disminuirá un 10% el cáncer bajo la estelada, más milagrera que el manto de la Virgen del Pilar. Antes de que acabe la campaña electoral prometerá «meublés» gratuitos para todos los catalano-parlantes. Pasqual Maragall, limpio como una patena, calló a Arturo Mas con aquel tremendo: «El problema de Convergencia i Unió es el 3%»: Jordi Pujol ya llevaba una libretita que le recordaba la comisión que debía cada empresa al bipartito cuya Generalitat ha tenido que ser rescatada por el Estado español mientras tiene la contabilidad más extravagante de España, inextricable hasta para « los hombres de negro». No se sabe si el Barón de Münchausen-Mas es paciente psiquiátrico necesitado de furiosas atenciones y amores o un a-histórico, porque cuando dice muy suelto de cuerpo que «estamos ante la operación política de mayor envergadura en los últimos tres siglos», se carga al menos el Imperio Romano sin que se le altere el tupé. Al menos tiene mandíbula desafiante de centurión. En un coloquio, un médico abortista fue interpelado por un colega: «¿Abortaría el nasciturus de una sifilítica y un alcohólico?». «Por supuesto». «Pues enhorabuena, acaba usted de matar a Behetoven». Cataluña por encima de la IX Sinfonía y la romanización. Toda la Historia cabe en el cubo de la basura de Mas. Cataluña en la OTAN, sin Ejército y el Barça en la liga española. Entre la población del común, el Síndrome de Münchausen es propio de cazadores, pescadores y soldados fanfarrones pero en política es letal para los demás. Mas se inventa enfermedades para que le quieran y le voten presentándose como un redentorista Ecce Homo, pero ha revolucionado el Síndrome adquiriéndolo en dos tardes, como la Economía de Zapatero. Montando la bala quiere incendiar Cataluña porque Rajoy no se avino a un pacto fiscal con una región que no sabe administrarse y pide y recibe miles de millones de euros al abominable Madrid para pagar las nóminas. Lo ha dicho Albert Boadella: «El independentismo es una enfermedad». El Síndrome de Münchausen es una patología de la mentira, y no tiene cura.