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EL ANÁLISIS: Qué chispa encendió la mecha
- ¿Qué subyace en los conflictos sociales como el de Son Gotleu?
–El caldo de cultivo son las estructuras sociales marginales. No se trata de nigerianos contra gitanos, ni mucho menos. Ocurriría lo mismo con andaluces, barceloneses o argentinos bajo las mismas circunstancias. Los barrios con necesidades económicas o sociales están más predispuestos a la agresividad. El problema esencial es el gueto. En la Moraleja de Madrid estas cosas no suceden, porque cada uno vive en su palacio.
- ¿Cuál es la característica esencial en este enfrentamiento racial?
– Se trata de dos grupos étnicamente diferentes que tienden a rechazarse. Los gitanos, algunos de ellos supuestos agresores, usan la autodefensa como cultura. Si alguien roba, por ejemplo, uno podría pensar en llamar a la Policía. Los gitanos, sin embargo, piensan en su familia (primos, tíos, hermanos) para que los defiendan. Son una piña. Los nigerianos son extranjeros en un país extranjero. Por ello acuden igualmente a la autodefensa. No a las autoridades. Hay que dejar claro que no todos los gitanos, ni de allí ni de ningún otro lado, se dedican a la droga. Quizás un 1% lo haga. No se debe generalizar. Si alguna familia se dedica a esto y se ha visto amenazada por los recién llegados nigerianos, la chispa salta. La gasolina oculta ha comenzado a arder.
- ¿Cuál sería la solución?
–La solución es pedir responsabilidad a las autoridades, que no prevén estos conflictos. Se debe aplicar la Justicia teniendo en cuenta de que castigar a un negro o a un gitano no implica ningún rasgo de racismo. Hay que castigar al culpable, sea quien sea. Así, también se lucha contra el racismo. Y dejando claro que el delito de uno, no es el delito de todos.
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