San Sebastián

John Travolta un salvaje domesticado

Llegó el sábado noche y subió la temperatura en San Sebastián. Firmó, posó, no rechistó, pero le faltó chispa. El actor presentó «Salvajes», que interpreta, y después recogió uno de los premios Donostia. El otro fue para el director de «Platoon»

El actor se dio un baño de masas en San Sebastián: firmó autógrafos, se hizo fotos con sus fans... Eso sí, prefirió dejar las entrevistas para otro momento
El actor se dio un baño de masas en San Sebastián: firmó autógrafos, se hizo fotos con sus fans... Eso sí, prefirió dejar las entrevistas para otro momentolarazon

De cerca John Travolta parece más una figura del museo de cera que una persona. Su discurso no es mucho más animado. Acostumbrados a que los premios Donostia de los últimos años, de Sean Penn a Meryl Streep, derrocharan emotividad, el encuentro con la Prensa previo a recoger el galardón fue más que discreto, más bien soso. El protagonista de «Grease» se acordó de dos de los grandes responsables de que dejara de ser un ídolo para adolescentes y convertirse en toda una estrella: «Tarantino era un gran fan de mi trabajo, y escribir un papel como el de "Pulp Fiction"fue una oportunidad fantástica, me hizo resucitar. Brian de Palma me colocó en "Carrie", y luego siguió con "Blow Out"; me tomó en serio que era lo que yo quería». A su lado Oliver Stone, que recibiría uno de los galardones especiales con motivo de la 60 edición de la muestra, fue bastante más entusiasta: «Creo que vendré aquí a jubilarme». Aun así, no pudo evitar desplegar toda su vena política, aunque luego pida a la Prensa que los titulares no sean esos, sino que está a punto de estrenar «Salvajes», por lo que viajó acompañado también con Benicio del Toro, otro de los coprotagonistas.

Sexo, drogas y violencia
El título lo pone en bandeja pues se trata de la adaptación de la novela de Don Winslow sobre la expansión de la violencia de los carteles mexicanos de la droga por Baja California. La pregunta, pues, parecía obligada: ¿Solucionaría la legalización de las drogas el problema? «Estoy a favor de la legalización con supervisión médica. La que se mantiene ahora es una guerra hipócrita contra las drogas porque las dos partes del conflicto siguen ganando dinero mientras las cárceles se llenan de gente». Compró los derechos de la novela porque temía que los grandes estudios tuvieran problemas con la trama: drogas, sexo, violencia salvaje. Asegura que fue un proceso de escritura cómodo con el celebre autor, que también hubo disputas, pero, como él mismo admitió: «Cuando hay peleas siempre las gana el director».

La violencia no solamente atrajo como elemento estético al realizador (la guerra contra el narcotráfico ha dejado de ser un problema residual, para convertirse en gran amenaza), no en vano la trama se dispara cuando alguien envía un vídeo con hombres decapitados por la mafia mexicana a los dos mayores productores de marihuana del sur de California para hacerles una oferta de opa hostil o, sino que se atengan a las consecuencias. A pesar de lo tremendo del aviso, no logran gran colaboración y la nueva jefa del cartel, la perversa Elena (Salma Hayek) decide que deben secuestrar a Ophelia, la mujer con la que ambos jóvenes viven en un trío emocional estable. A partir de entonces, comienza una despiadada carrera por cuál de los dos bandos es más cruel, lo que da pie a Stone a volver al cine de sus orígenes. Aunque el objetivo de la cámara se ve continuamente bañado en sangre, Stone no llega a recrearse en la casquería. A pesar de eso, ayer escuchó una comparación que, a la vista de su reacción, prefiere que no le mencionen: «Me parece gracioso que siempre me pregunten por Tarantino: yo ya hacía películas mucho antes de que él empezara».

Aquellos que han leído el original le echan en cara que cambiara el narrador burlón y hasta macarra por la voz de la chica en disputa, con mucho, el personaje más anodino de todo el elenco; los que no, despotrican de un final un tanto tramposo y, quizás, innecesario. Hoy la sección oficial cambiará de rumbo y transitará por terrenos mucho más franceses, en lo lingüístico y conceptual.

 

Oliver Stone: «Me gustaría llevar a Aznar al tribunal de la haya»
Entre las últimas causas que ha defendido Oliver Stone está la de Julian Assange. El director considera «una injusticia» que lo extraditen a Suecia, por eso firmó un artículo en el «The New York Times» junto a Michael Moore: «Ahora el perseguido es Assange, cuando los que son los auténticos terroristas están en libertad», apostilló. «Mientras resolvemos este asunto, me gustaría también llevar a Aznar al Tribunal de La Haya». Ante la enorme sorpresa de los periodistas explicó que el ex presidente del Gobierno español había sido uno de los principales aliados, junto a Tony Blair, de George W. Bush, «y él no puede viajar al extranjero por temor a que le detengan acusado de torturas». Stone subrayó que fue un error que España enviara tropas a la Guerra de Irak, pero finalmente, precisó que «son ustedes los que tienen que dar el paso» (de denunciarlo ante el tribunal penal internacional).