Argentina
Asensi o cómo llevar la novela de aventuras a un público masivo y fiel
La escritora presenta «La conjura de Cortés», la peripecia final de Catalina Solís, y descubre las claves de sus trabajos novelescos
Matilde Asensi tomó la palabra antes incluso de que acabara de ser presentada. Desde ese momento estableció una complicidad sin altibajos con los lectores que llenaban la sala Juan de Mairena de la Fundación Cajasol hasta dos horas después. Una vez finalizada la charla, agotó otra hora y media dedicada a firmar libros y saludar cálidamente a sus seguidores, multiplicados como una legión gracias a su ecuménico (e incansable) contacto en Twitter. «Ahí tienes que estar. Facebook tiene otro ritmo, pero Twitter es permanente, activo, dinámico», señaló la escritora. Incluso algún político de primera fila hizo entregar una carta de agradecimiento a su literatura. En total fueron casi cuatro horas las dedicadas a una charla-coloquio propuesta para presentar «La conjura de Cortés», el cierre de su trilogía sobre las peripecias de Catalina Solís/Martín Ojo de Plata, «mi personaje, que ya lo he aclarado, no es bifronte ni binada. Ella es una mujer que se disfraza de hombre porque se ve envuelta en una serie de avatares. Ahora ya va creciendo, madurando y pasados los veinte años tiene formas, curvas. Eso no se puede esconder con la ropa. Al final todo salta a la vista». Asensi vino a hablar de su literatura, pero no soslayó ningún tema de actualidad. Con un poso de ironía, se fajó en un estilo directo, explícito, natural: «No entiendo por qué no destacamos nuestras fortalezas y virtudes. Los españoles nos recreamos en las debilidades. Somos un país lector por encima de la media europea y se sigue insistiendo, no sé con qué interés, que aquí no leemos, que no es una apuesta industrial interesante. Hay un 56% de españoles que leen. Apunten este dato, un 56, yo creo que es para estar orgullosos y difundirlo». En este asunto, el de nuestra propia concepción como sociedad, Asensi abundó recalcando que los políticos son vistos por una gran mayoría de gente como uno de los grandes problemas nacionales –«nunca he sido de ningún partido, ni pertenezco a ningún grupo o club, no soy de nada», aclaró– y criticó sin ambages la falta de responsabilidad de las finanzas y la política en contra del ciudadano corriente.
Preguntada por la cita de Valle Inclán en la que éste afirmaba que «la única manera de no tener jefes es ser escritor», la autora señaló que «soy libre, aunque esté trabajando para una gran editorial, y ellos tengan sus intereses y marquen sus esquemas de trabajo. Yo marco mis pautas, dirijo mi carrera y tengo mi espacio. Esto es importante. Estoy haciendo una larga ruta de promoción, a finales de verano estuve en Méjico y Argentina. Una vez regrese a mi rutina, vuelva a tener un contacto con mi familia y me reencuentre con mi espacio, volveré a escribir. Aunque sí puedo adelantar –le dijo a una lectora uruguaya que le preguntaba insistentemente– que encontré hace poco unas notas de una historia que se me ocurrió años atrás y dije: ‘Aquí hay un historia superchula'. Estoy deseando poder retomarla y desarrollar un planteamiento para saber hasta dónde llega». Sus apabullantes cifras de ventas de libros –más de 20 millones de lectores– hacen que su divulgación haya hecho natural su presencia en Iberoamérica. «No entiendo cómo los ingleses, que fueron mucho más crueles que nosotros, tienen una gran relación con sus ex colonias e incluso los adoran. Será la Commonwealth. Y nosotros, no, a nosotros no nos aprecian. Incluso se enseña una historia distorsionada. Una vez me estaba entrevistando una periodista argentina y me dijo que nosotros habíamos llevado allí bacterias para propagar las enfermedades. Me quedé asombrada del grado de distorsión y mala intención que puede haber en los tópicos».
En cuanto a las claves del éxito de sus novelas, Asensi sostiene que se ha encontrado con un territoro más libre de objeciones y estereotipos, no influido por la crítica ni por los canales convecionales de comunicación. «Internet ha posibilitado que todo el mundo opine y tenga la libertad de formarse un juicio sin estar tan mediatizado como antes, cuando prácticamente la crítica y los suplementos literarios señalaban el camino sobre lo que había que leer».
Declarada seguidora de las buenas series de televisión, Matilde Asensi ha descartado hasta ahora la posibilidad de que sus novelas sean llevadas a la gran pantalla o a un formato televisivo. «Sí, he tenido contactos e incluso avanzados, con algunos productores, pero me acabé negando. Trataban de alterar el argumento hasta hacerlo irreconocible. Entiendo perfectamente que son dos lenguajes, el literario y el cinematográfico. Pero estoy por hacer las adaptaciones como es debido, aplicando criterio y sensatez. En España podemos exportar talento, por ejemplo, en el sector de la animación, donde somos punteros. Debemos acabar con los complejos y abordar el mercado internacional».
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