Qué cruz

No creo que vivamos en un país con grandes problemas de convivencia religiosa. Otra cosa es la obsesión de algunos en pedir la retirada de crucifijos de los colegios mientras están encantados con la presencia de una niña con hijab. En las aulas no hay problemas entre los alumnos porque sean católicos, musulmanes, ortodoxos o protestantes. Cosa distinta son algunos padres empeñados en hacer oír su voz más que la de sus hijos. Es absurdo que algunos que no comulgan con la religión mayoritaria quieran hacernos comulgar con otra distinta. En un colegio de Badajoz, unos padres protagonizan una batalla judicial desde hace cinco años para retirar los crucifijos de las aulas donde estudian sus hijos.

Les ampara una parte de la ley, pero olvidan otra que recoge el borrador de la Ley de libertad religiosa, donde se reconoce que las religiones con mayor arraigo verán ampliados sus derechos. No contentos con la retirada de los crucifijos ahora quieren quitar los carteles del Domund. ¿Qué será lo próximo? Está bien que defiendan sus derechos siempre que no pisoteen los del resto. La libertad religiosa no es campo abonado para fobias personales y políticas sino para que cada cual pueda vivir su credo libremente. ¿Qué pasaría si la mayoría de los padres del colegio exigiera la restitución del crucifijo?