Colombia

Comienza el «culebrón Leónidas»

El presunto autor material declara que vino a la capital para ver a su amante

Arriba, en el centro, la mujer de Alexander Salazar (abajo, de negro)
Arriba, en el centro, la mujer de Alexander Salazar (abajo, de negro)larazon

MADRID- Su propia abogada defensora, Mª Luisa Pérez, ya lo dejó caer en las alegaciones previas durante la primera sesión del juicio por el asesinato del narcotraficante colombiano Leónidas Vargas, abatido a tiros en enero de 2009 en la habitación del hospital 12 de Octubre donde se encontraba ingresado: «Lo único de lo que se puede acusar a mi defendido es de que le gustan demasiado las mujeres». La letrada de Jonathan Andrés Ortíz, «El Killer», presunto autor de los cinco disparos que terminaron con la vida del que fuera el capo del cártel de Caquetá, pronosticaba así el gran lío de faldas en que se iba a convertir la vista oral. Su cliente, para el que la Fiscalía y la acusación particular piden 25 años de cárcel, basó ayer gran parte de su declaración en un auténtico culebrón colombiano, con celos, venganza y mucha pasión de por medio. El motivo que da Jonathan Andrés para venir hasta la capital en un vuelo procedente de Fuerteventura el mismo día del asesinato de Vargas no es otro que pasar unas horas con su entonces amante y también imputada en la causa, Yuli Carolina. «Mi mujer vino a pasar la Nochevieja con su familia y yo quería revancharme», dijo. Por su parte, Yuli explicó lo incómodo que era declarar al encontrarse entre el público de la sala Dani Alejandra, la mujer «engañada» de Jonathan. La imputada admitió que fue ella quien adquirió por unos 400 euros el «tiquete» de su amante en una agencia de viajes de Torrejón de Ardoz, donde reside. En un hostal de la localidad fue donde, asegura, durmió con el presunto autor material de la muerte de Leónidas tras cometer el crimen. Aunque confesó que tuvo que pedir prestado a una amiga la mitad del dinero para el vuelo, «si 30 veces me dice que viene a verme, 30 veces consigo el dinero». No obstante, alegó que «si hubiera sabido que era para algo así (en referencia al asesinato) hubiera pagado 50 euros a alguien para que fuera a comprar el "tiquete"» y no lo hubiera adquirido a su nombre (como hizo). Otro de los acusados, Alexander Salazar Cortés, alias «Chucky» o «Norris», también utilizó el tema sentimental al negar conocer a otro de los acusados, Andrey Alexander, a quien supuestamente entregó el arma homicida para que se deshiciese de ella por 1.000 euros. Dijo que estaba enfadado con él porque salía con su sobrina y ella era «demasiado pequeña». Los acusados aseguran que la Policía los amenazó para que declararan: «Si no, iban a deportarnos a Colombia y allí los Vargas nos matarían».