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Prediquen con el ejemplo por Alfonso Merlos

La Razón
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Cae por su propio peso. Es un recorte ineludible. Por pura vergüenza torera. No es que sea la pura aberración. Es una colosal tomadura de pelo que la clase política haga un discurso rescatando el churchilliano sangre, sudor y lágrimas mientras blinda algunas de sus prebendas y se resiste a hacer algún agujerito en su holgado cinturón. Ya está bien. ¡Ya tocaba!

Hay que corregir el desmadre y hay que hacerlo empezando por arriba. O la corrección no será creíble. Se acabó la juerga desenfrenada y, sobre todo, se acabó el conducirse sin respeto y sin medida. No tiene sentido que quienes en plena crisis predicaban el esfuerzo y el sacrificio, como el engolado Bono, engordasen desaforadamente su partida de gastos a costa del sufrido contribuyente; porque es una vergüenza que bajo las partidas de protocolo o representación se puedan meter todos los euros que a uno se le pasen por la cabeza, o por el bolsillo.

Se terminó la broma. Si no es mucho pedir, que empiecen a comprender nuestras distinguidas señorías que se pueden defender a conciencia los intereses de España sin tanto dispendio en «grupos de amistad»; que se puede hacer patria sin tanto derroche en «viajes de relaciones exteriores». A quienes se han pasado siete pueblos tirando de billetera ajena cabe pedirles, simplemente, lo que se le está pidiendo a cada españolito de infantería en su puesto de trabajo: que haga más con menos. Si nuestros políticos no lo entienden, si no saben hacerlo, es que no merecen representarnos.