Secun de la Rosa: «Espero ser un niño grande toda mi vida»

–En la comedia, su madre quería una niña y le tuvo a usted, Guillermito. Un horror, ¿no?
–Que te conviertan en algo que no eres es un horror. Al pobre Guillermito lo tratan de gay, de «lesbiano»... De todo menos de niño.

–Todo un drama...
–Sí, pero el autor sabe convertirlo en risas. La gente se ríe mucho.

–El caso es que Guillermito juega con muñecas...
–Claro, hasta se disfraza de Sissi Emperatriz. Se cree todo lo que le dicen: cree que es lo que le dicen que es.

–Vive una vida equivocada: algo frecuente.
–Sí. A veces no vivimos nuestra vida, sino la que haga sufrir menos a los demás. Vivimos la vida que quieren otros que vivamos.

–¿Ha tenido alguna vez la sensación de vivir una vida equivocada?
–No, pero cuando era niño en un barrio humilde, supe que mi vida iba a estar en otro sitio.

–¿Le hubiera gustado ser mujer?
–No. Ser madre es un esfuerzo del que no me considero capaz.

–Pero hay madres, como la de su obra, que merecen un castigo...
–Hay madres que ven en sus hijos una propiedad. Y eso, no es amor.

–¿La obra es una metáfora de...?
–De la necesidad de etiquetar y del miedo con el que vivimos.

–¿A qué pregunta le gustaría encontrar respuesta?
–Quisiera saber la fórmula para estar sano en todos los sentidos.

–Cocina bien. ¿Se anima con la tortilla de patatas deconstruida?
–No. Me gusta la clásica, y me sale muy bien. Soy un buen tortillero.

–También dirige, fotografía y escribe...
–Me apasiona todo lo que sea contar.

–Parece un tipo afable, sencillo y feliz. ¿Es todo eso?
–A veces. Soy un vitalista, pero hay momentos en los que la vida te puede.

–El final de la obra obliga a reflexionar...
–Yo reflexiono mucho con Guillermito. Esta obra me enseña bondad.

–Guillermito vive en la confusión. ¿A usted qué le confunde más?
–Lo que no se cuenta, todo lo que no se sabe.

–Tranquilo: científicos holandeses van a estudiar el cerebro de Messi...