Sanidad
Los médicos docentes de la Complutense no pueden votar
El 6 de abril está a la vuelta de la esquina, día en el que la comunidad universitaria de la Complutense decide el futuro de su institución. Una universidad que con el paso de los años ha perdido todo el prestigio que había cosechado.
Hoy la UCM ha perdido su brillo, es una universidad triste, llena de graffitis, escándalos y una deuda consecuencia de años de una pésima gestión económica. El malestar está patente en los foros, redes sociales y en los propios centros. Sin embargo, no todos podrán elegir al sucesor de Berzosa que mejore la situación que vive la Complutense. Los estudiantes de centros adscritos tendrán dificultades para acercarse al Rectorado a votar y, a pesar de ello, seguro que muchos perderán clases para cumplir con su obligación electoral.
Los que no podrán elegir serán los profesionales docentes y de investigación de los hospitales universitarios. Su situación es la siguiente. Se les obliga a desplazarse a la Facultad de Medicina para votar sin tener en cuenta su alta responsabilidad profesional en sus centros de trabajo. La última decisión de la Junta Electoral de rechazar la instalación de mesas electorales en sus centros ha levantado ampollas en el colectivo y se nota la «incomodidad en algunas personas que querían formar parte del proceso electoral con su voto», afirma José Antonio Vidart, Jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínico Universitario San Carlos y profesor titular de la Complutense. De la misma forma, el doctor Vidart se solidariza con sus compañeros de trabajo porque sabe que «el mayor problema lo tienen los profesionales del Hospital Gregorio Marañón y el Doce de Octubre».
Hasta 12 kilómetros separan la Facultad de Medicina del Hospital Doce de Octubre, una distancia que obstaculiza la compatibilidad entre ambas obligaciones. «Muchas veces no son los kilómetros, sino el transporte, el tráfico que hay que soportar o el metro», afirma. Por ello, los candidatos a rector presentaron la petición que parece la mejor solución y que no supone mayor esfuerzo que instalar unas mesas electorales para facilitar el voto. Pero el equipo de Berzosa no pone de su parte, por lo que se quedarán los votos de los facultativos en el aire. «Es un límite para los profesionales que quieren ejercer su derecho a voto», asegura Vidart. De esta forma se convierten en dos actividades totalmente incompatibles para la agenda de los médicos docentes de la universidad, que se ven vetados indirectamente y de forma absurda. «Si alguien tiene que operar, es imposible que asista a votar», concluye.
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