Nueva York

Manorexia: ellos tampoco comen

Antes sólo era cosa de mujeres. Sin embargo, la proporción de hombres a los que se diagnostica esta obsesión por la extrema delgadez aumenta de forma alarmante. ¿Cuál es el motivo?

El «six-pack» es el atributo masculino más demandado desde que David Bustamante (en la imagen) se convirtiera en Iron Man gracias a los consejos del preparador físico Juan Rallo
El «six-pack» es el atributo masculino más demandado desde que David Bustamante (en la imagen) se convirtiera en Iron Man gracias a los consejos del preparador físico Juan Rallolarazon

El pasado 19 de junio, el modelo Tom Nicon perdía la vida al precipitarse desde la ventana de su hotel en el marco de la Semana de la Moda de Milán. No se trata de un caso aislado. Ocho semanas antes, otro «top model», Ambrose Olsen, se ahorcaba –todos los indicios apuntaban a ello– en su domicilio de Nueva York. Las causas del suicidio no trascendieron y los motivos sólo los conocen en su círculo más íntimo.

Pero en el caso de Nicon, aunque sus allegados se apresuraron a recalcar que afrontaba una dura ruptura sentimental, pronto se comenzó a especular sobre un posible caso de «manorexia» –une en inglés las palabras hombre y anorexia– llevada hasta las últimas consecuencias. Así pues, el trastorno alimentario parece no entender de sexos, sobre todo ahora que los hombres han entrado con fuerza en el circuito de la moda y de la estética.

Así, cuando se accede a la galería de fotos de Tom Nicon, las imágenes que se encuentran, ya sea sobre la pasarela o protagonizando campañas publicitarias –las de Burberry o Versace fueron las que más protección internacional le dieron–, se le podía encasillar con facilidad como un genuino heredero de la estética «heroin-chic», anticipada por Kate Moss a principios de los 90, y que en el caso de los chicos se traduce en anatomías andróginas y frágiles, caderas estrechas, vientres cóncavos y facciones aniñadas.

No podemos saber si el modelo Tom Nicon padecía anorexia –su «fragilidad» anatómica podría ser fruto exclusivo de la genética– ,pero lo cierto es que esta patología se está colando de lleno en el universo masculino y ha dejado de ser un trastorno «de género» para cebarse con ambos sexos.


Desde la adolescencia
Las cifras pueden resultar alarmantes. Hace años, el porcentaje de chicos con anorexia no superaba el 1% del total de la población (frente al 5% de chicas que sufrían este trastorno), pero durante los últimos recuentos, la proporción ha aumentado de manera alarmante. Como señala la doctora Remedios Rodríguez –psiquiatra, endocrina y experta en trastornos alimentarios del Centro CEAP de Madrid–, «en los últimos cinco años, los casos de anorexia masculina han aumentado en torno a un 15-20%, la edad de mayor incidencia de sitúa entre los 16 y los 25 años, y aunque la vigorexia puede ser la puerta de entrada en edades más avanzadas, en los más jóvenes se trata de un proceso independiente».
 
¿Los culpables? Habría que buscarlos en la sociedad y en los arquetipos de «belleza oficial» que algunos sectores se han empeñado en transmitir a través de la moda, el cine, la música o la pequeña pantalla. Como indica la experta, «las causas sociológicas pueden buscarse en los nuevos modelos de hombre que hemos ido forjando desde la opinión pública y que en los últimos años han ido propiciando un ideal de belleza masculino mucho más centrado en el cuidado físico y abanderado por la figura del metrosexual».

Los dedos acusadores más malintencionados podrían señalar directamente a las campañas de ropa interior de firmas como Calvin Klein. Durante años, el diseñador americano se dedicó a reclutar a lo largo del mundo legiones de modelos andróginos alejados de los estereotipos de la época y que pretendían extender un mensaje de naturalidad. Pero resultaría injusto culparle a él.

Ya en el año 2007, Unilever –la empresa que aglutina firmas como Calvin Klein o Chlóe– prohibía la aparición en sus campañas publicitarias de modelos y actores excesivamente delgados, y recientemente, Francisco Costa, nuevo diseñador de la firma americana, declaraba ante los medios de comunicación negarse a admitir en sus casting a modelos de la talla 0 para sus famosas campañas de ropa interior. La prueba es el fichaje, entre otros, del tenista español Fernando Verdasco, prototipo de deportista musculoso.

Sin embargo, el avance de la «manorexia» parece preocupar en más lugares. Israel ha decidido poner en marcha este año la misma «limpieza» que protagonizó la Pasarela Cibeles y no va a permitir desfilar a modelos que no ofrezcan un aspecto saludable. En el caso de las mujeres, es fácil determinar el límite, impuesto por un ICM (Índice de Masa Corporal) inferior a 18, pero en el caso de sus compañeros, la ecuación no está tan clara. El doctor Juan González Novarbos –médico dietista del centro Salus Center de Madrid– insiste en que «esa misma fórmula puede aplicarse a los hombres y cualquier valor por debajo de 19 puede resultar insano».


Marcar hueso
Aun así, los «books» de los «top models» más demandados por la pasarela arrojan unas medidas medias de 94-76-94 (tórax-cintura-cadera), unas cifras que en ningún caso entran en los cánones de los cuerpos fibrosos. Por el contrario, corresponden a «hechuras» de niños de 13 años repartidas en estructuras de 1,90 centímetros de altura.

Medidas sociales no faltan, pero es muy difícil luchar contra el poder de internet –que puede operar al margen de la ley– y más aún contra la rapidez con la que hoy en día se forjan y extienden las tendencias de conducta entre ésta. Uno de los grupos de referencia con mayor auge entre la juventud es el de los ya bautizados como «skinny boys» –heterosexuales orgullosos de lucir una delgadez extrema–, que reivindican sus derechos a través de internet mientras cuelgan fotografías en las que marcan hueso. ¿Y los nuevos ídolos de la juventud, tienen infrapeso? En la última lista de la revista norteamericana «Empire» ocupaban las primeras plazas, como los actores más sexys del planeta, Zac Efron –sobre él ha pululado el fantasma de la anorexia–, Robert Pattinson –ayer mismo encabezaba el ránking de los más deseados de «Glamour»– y Chace Crawford (el delgadísimo actor de la serie «Gossip Girl»).

Si nos centramos en los ídolos musicales, la situación es mucho más preocupante. Bill Kaulitz, líder y cantante de Tokio Hotel –el grupo adolescente que mueve masas y con las fans más entregadas–, presume abiertamente de su palidez, de sus ojeras, de medir más de 1,80 centímetros y mantenerse por debajo de los 55 kilos. Los rumores de anorexia los acalla colgando en YouTube vídeos en los que devora bocadillos de jamón, pero de poco le vale. Además,por si no le sirviera con exhibirse ante el micrófono, en enero los responsables de la firma Dsquared 2 le aupaban a la pasarela de Milán y le permitían deambular con unos pantalones pitillo.

No es un arquetipo de belleza al uso para los adolescentes, pero pasarse el curso escolar contemplando cómo sus compañeras de clase empapelan sus carpetas con fotografías de Kaulitz puede generar «graves problemas de inseguridad y confusión de roles que podrían derivar en trastornos de conducta», apunta la doctora Gutiérrez.


El modelo perfecto cayó en la trampa
Se llamaba Jeremy Gillitzer y falleció de «manorexia» el pasado mes de junio a los 38 años y con tan sólo 29 kilos de peso . Formaba parte de los «top models» fibrosos preferidos en los 90. Sin embargo, los músculos comenzaron a ser mal vistos en la pasarela, donde prima ahora la delgadez frente a su imagen lograda a golpe de gimnasio y a priori más saludable. Su situación se agrabó a raíz de una ruptura sentimental. Y aunque comenzó a sufrir trastornos alimentarios a los 12 años, este desengaño amoroso fue el principio del fin: comenzó a someterse a rigurosas rutinas de ejercicio que complementaba alimentándose únicamente con una manzana o un sandwich al día.


La adicción al músculo
El abdomen se convierte en el nuevo status-symbol masculino y el desarrollo de los bíceps se queda en un plano secundario, como no sea para conseguir que actores que ya han cumplido los 60, como Silvester Stallone, sigan recibiendo guiones que no exijan grandes dotes interpretativas. El «six-pack» es el atributo masculino más demandado desde que David Bustamante se convirtiera en Iron Man gracias a los consejos del preparador físico Juan Rallo –responsable también de los abdominales de Iker Casillas o Miguel Ángel Silvestre– y que Taylor Lautner mostrara su torso –especialmente diseñado para su personaje– en «Crepúsculo». Hasta el delicado Adrien Brody, ha tenido que muscular su piel para «Predators». Los que dudaban de la elección del casting han tenido que callarse en cuanto los primeros fotogramas han salido a la luz. Pero cuidado, el culto al músculo crea adicción y la vigorexia masculina ya afecta al 5% de los hombres que acuden al gimnasio con regularidad.