IPC
Vecinos agobiados por el ruido
La batalla entre hosteleros y vecinos parece no tener fin. Y es especialmente en verano cuando las diferencias se hacen más evidentes, ya que con la llegada del buen tiempo los bares sacan sus terrazas a la calle, lo que genera más jaleo del habitual y, como consecuencia, más protestas del vecindario.
De hecho, durante el primer semestre de 2011, las quejas por ruido aumentaron un 19 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado. Desde enero hasta junio los madrileños presentaron 12.750 quejas por este motivo, frente a las 10.381 que se contabilizaron en el mismo intervalo de tiempo en el 2010.
Sin embargo, los requerimientos policiales por exceso de ruido en locales de ocio han bajado un tres por ciento, pasando de 3.658 a 3.583.
Así lo explicó ayer el delegado de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo, que justificó el aumento de las denuncias «por la entrada en vigor de la ley antitabaco» el pasado dos de enero y que ha provocado que los fumadores salgan a la calle. Calvo aseguró estar de acuerdo con dicha ley e incluso la habría «endurecido en algún extremo», pero se mostró contrario a «legislar y que luego otros acarren con las consecuencias».
Desde el PSOE señalan como culpable del ruido a Gallardón por permitir la «presencia de sillas y mesas en las aceras», lo que genera «tensiones por el uso del espacio público». Desde el Consistorio se defienden diciendo que no han dado más facilidades para poner terrazas, sino que se «solidarizaron» con las pérdidas de los empresarios ante esta ley.
En este sentido, el portavoz de Noche Madrid, la asociación de empresarios nocturnos de la Comunidad, tachó de «ocurrencia» situar el problema del ruido en las terrazas, porque tienen un horario de apertura limitado y porque «cuando genera mucho alboroto, se elimina».
Asimismo, recalcó que el jaleo que se forma en las calles es consecuencia de la ley antitabaco. «Los últimos años habían bajado los niveles de ruido, pero ahora los fumadores se ven obligados a salir a la calle». Esto, además, ha provocado el «efecto llamada» de los «lateros» que venden cervezas a los que están fuera, lo que alarga su estancia en la vía pública.
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