Champions League

Balón de Oro

Convence el Madrid (1-4)

Partidazo de Benzema, que hizo un gol, de Kaká y tres tantos de Cristiano Ronaldo frente al Ajax, ni sombra de aquel equipo que fue

Mucho arroz para tan poco pollo; mucho Madrid para el Ajax, ni sombra de aquel equipo que fue. El único lunar, el error de Casillas en el 1-2, que dio alas a los holandeses. Por unos minutos creyeron en la remontada, hasta que las huestes de Mourinho recuperaron la compostura y se mostraron como el conjunto poderoso, ambicioso y rematador implacable y fulminante que es. Convenció el Real en el Amsterdam Arena, con Kaká, que jugó un buen partido; con Benzema, excelente, un gol de bandera e intervención directa en otros dos, y la dinamita de Cristiano Ronaldo, tres tantos para establecer el 4-1. Dos partidos, dos victorias. Requetebién.Después de un par de minutos iniciales tontos, hábito que «Mou» debería desterrar, no sé si sacudiendo un palmetazo en el pecho a sus hombres cuando salen del túnel, como hacía Carlos Aimar, el Madrid sentó sus reales en el Amsterdam Arena, orgullo y pasión de la Séptima, y procedió a convertir al portero Vermeer en el primer héroe del partido.De verde desesperanza, como aquel que le vistió en la derrota del Sánchez Pizjuán y que tantas polémicas ha arrastrado, Kaká se convirtió en el futbolista imaginativo que enlazaba con Cristiano y Benzema, mientras Essien y Callejón reventaban a correr, que es lo que Mourinho espera de ellos. Ni el color del uniforme, que no pudo tener un principio más gafe, enfrió los ánimos del renovado equipo madridista.Aparcadas las rencillas, las diferencias entre Mourinho y Sergio Ramos, o entre Mourinho, líder del clan de los portugueses, y el clan de los españoles con añadidos como Özil e Higuaín, el Madrid grande, batallador y combativo descabezó al Ajax.En el fútbol moderno, ese que nació en los 70, aún hoy decir Ajax es decir espectáculo. Conserva el equipo de Frank de Boer la imagen hermosa de la camiseta y el buen gusto por el balompié; pero la experiencia no está impresa en la zamarra. Las hechuras de los jugadores actuales son frescas y sus movimientos, atractivos; más bonitos que prácticos, que diría Luis Aragonés. Renovado casi hasta la médula, después de vender a las figuras para mantener la escuela, este Ajax es un grácil conglomerado de «petit suisse» que al Madrid opuso voluntad y resistencia hasta que Cristiano descubrió la red.Aquella internada de Van Rhijn, que dejó sentados a Pepe y Arbeloa, el tío, y cuyo centro no encontró rematador, fue un detalle de calidad en medio de un páramo rojiblanco. Dominaba el verde, esperanza otra vez, como siempre, y Vermeer volaba de un lado a otro de la portería. Catorce remates recibió en la primera mitad; respondió con nueve paradas y encajó un gol, sólo. Le llegó cuando Benzema entró por la izquierda, recortó y su envío, entre rebotes, acabó en los pies de Cristiano, que no perdonó.Y no era la primera vez que remataba el portugués. En el minuto 37 ensayó una volea como aquella de Zidane que valió la novena Copa de Europa. Le salió desviado y el golazo de «Zizou» recuperó el inmenso valor de entonces por la plasticidad en la ejecución del complicado remate. Pero Ronaldo estaba donde tenía que estar y Kaká le buscaba a menudo. Kaká estaba haciendo un partido notable; participaba, jugaba, bajaba hasta la defensa a por balones y era el hilo conductor del fútbol madridista. Participó en el segundo tanto, poco después de la reanudación. Su centro fue preciso y el remate de Benzema, chilena de ensueño, belleza y potencia, imparable, premió el esfuerzo del colectivo, radiante, hasta el balón parado...Vermeer seguía parando y un despeje suyo propició un contraataque. Llegó el Ajax hasta la línea de fondo, forzó el córner, lo sacó, Casillas se quedó a media salida –fallo garrafal– y el cabezazo de Moisander, solo en el segundo palo, le superó a él y a Essien. Jarro de agua fría, 2-1.En el Madrid, además de Essien y Kaká, estaba jugando Callejón. Mourinho pensaba en el Clásico; dejó en el banquillo a Khedira, Modric, Di María y Özil. Inmediatamente después del 2-1, retiró al voluntarioso Callejón y entró Di María. Quería el balón, recuperarlo, y bajar los humos al Ajax, crecido por la carambola. La respuesta fue otro magnífico centro de Kaká, que Benzema cabeceó alto, y la enésima parada de Vermeer tras el zurdazo del «Fideo».Aunque asomaba más arriba que al principio, el Ajax denotaba falta de rematadores; Babel apenas intervino, y el Madrid volvió a dominar. A Kaká, muy participativo, excelente partido, le suplió Özil y a Essien, Khedira. Se parecía este once al que podría jugar el domingo en el Camp Nou, aunque con «Mou» nunca se sabe. Si fuera verdad, no sería una mala noticia, por los goles que llegaron hacia el final.Benzema volvió a centrar a Cristiano y éste soltó un derechazo que Vermeer no vio; dos minutos después le superó con una vaselina. Tres goles de Ronaldo; sonrisa de oreja a oreja. Si no está feliz, lo parece. Y el Madrid que camina con paso firme en esta Liga de Campeones, más aún después del empate del Manchester City en su casa con el Borussia de Dortmund.Sergio Ramos sella la paz en el vestuarioLo mismo que el día anterior, a través de twitter, había hecho Sergio Ramos para zanjar la polémica de cara al público, posibles malinterpretaciones periodísticas y reconducir la paz con Mourinho, ayer el sevillano mantuvo el mismo tipo de explicaciones hacia sus compañeros.Ramos aprovechó la charla técnica de Mourinho previa al duelo europeo frente al Ajax en el hotel para tomar la palabra. Con ellos se disculpó porque su gesto de enfundarse por debajo de su camiseta la de Özil, tras el descanso contra el Deportivo, hubiera focalizado la atención externa en lugar de predominar la información deportiva. El central madridista recalcó que su intención no había sido, en absoluto, cuestionar las decisiones de Mourinho con respecto a Özil, sino simplemente dedicarle el gol, si hubiera marcado, ahora que el alemán no pasa por su mejor momento deportivo. No tenía que pedir perdón por ese gesto, pero sí disculparse por el revuelo creado, lo que no era su intención.Es más, como segundo capitán, animó al grupo a que secundaran su pensamiento, que no es otro que respetar a Mourinho al máximo, que su autoridad es incuestionable y que cada una de las decisiones tácticas del técnico tienen todo el sentido y la mejor intención a favor del grupo. Y, precisamente eso, que lo más importante es el equipo y que todos debían pensar en pro del grupo, del club y del buen ambiente en el vestuario antes que en la circunstancias personales de cada uno dentro del equipo.De esta forma, Ramos, por segundo día consecutivo, dejó de lado sus disensiones y, tal como le había pedido Florentino Pérez, recondujo la situación. Al fin y al cabo, tal y como ocurrió con Cristiano, Casillas, Alonso o él mismo anteriormente, el aviso de «Mou» fue de un solo partido, informa Blanca Benavent.