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El corrito
No. Yo la Ley Antitabaco no la derogaría todavía. He descubierto que, gracias a ella, se va consolidando la oposición en las puertas de los bares y restaurantes en las que los fumadores hacemos corros. Uno sale a echar un cigarrito en medio de una cena y se topa con un mitin político porque siempre hay fuera alguien dispuesto a pegar la hebra contra Zapatero, contra Leire Pajín, contra los falsos «eres» del broker Solchaga, contra Chaves y esa hija que vino al mundo con una subvención bajo el brazo. Uno nunca vio mayor unanimidad contra el partido gobernante que en esos humeantes corritos. A este paso, éstos caen en dos meses.
No. Todavía es pronto. Es preciso que crezca esta oposición en la intemperie del invierno que nos queda y que la peña se coja un par de catarros más y que la tos del fumador pase a pulmonía; que la hostelería vaya peor y aumenten las colas del paro y baje más el PIB. Ustedes, ministros, sigan en sus trece. ¡Adelante, hombre! No han caído por una cosa seria y van a caer por esta estupidez de ley. El zapaterismo se merece este final tan sano, sin humo, sin fuego. Se lo merece Pajín, que podía haber pasado desapercibida como tantos cargos políticos sin cultura ni talento, pero que quiso dejar huella. Sí, también los españoles nos merecemos quedar históricamente como la Banda del Empastre, como una peña capaz de soportar el paro, la inflación, los bajadas salariales, las subidas de impuestos, ¡pero que no nos quiten el puro de la partida de mus! La España del corrito merece ser recordada como la Argentina del corralito.
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