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Murcia

El día del buen libro por Miguel Ángel Hernández

La Razón
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Esta semana hemos celebrado el día del libro y, como no podía ser de otro modo, hemos escuchado defensas de la literatura, homenajes, lecturas y un largo etcétera de actos de la industria editorial y cultural. A mí los libros me fascinan, pero creo que se confunden cosas. El libro es una forma de transmisión de conocimiento y esa forma, en principio, no tiene nada que ver con lo que lleva en su interior –aunque, por supuesto, el medio condicione el mensaje y sepamos que el contenido y la forma en la que éste es transmitido no es separable del conjunto–. Es decir, que no todos los libros son buenos. Que libro es el Quijote, pero también libro es el Mein Kampf –que por cierto, a partir de 2015 se va a poder publicar libremente en Alemania–.

Lo que se celebra es el día de una forma de comunicación, pero no de un mensaje, ni de unos valores. Y, sin embargo, cuando hablamos del libro, estamos ya dándole un valor en sí. Es igual que cuando hablamos de lectura. Decimos «lee», y parece que no importa lo que se lea. Pero leer, en sí, no nos hace mejores. Y pasa lo mismo con el cine, el arte, la televisión, el cómic… Ver la televisión no es malo; ver televisión basura sí que acaba con nuestras neuronas; escuchar música no es malo; escuchar reguetón puede ser nocivo. La clave no sería enfatizar el medio o la actividad, sino la calidad y la finalidad. Lo que habría que celebrar no es el día del libro sino el día de los buenos libros –o del buen cine, del buen del arte, de la buena música… Y, por supuesto, celebrarlos buscando la creación de lectores críticos. Porque entre las páginas de un libro uno puede encontrarse lo mejor, pero también lo peor.