Policía
«Tengo al demonio detrás no tengo para comer tengo que hacer algo»
Iván Berral Cid, un indigente perturbado de 34 años, dejó una nota de «despedida». El homicida tenía numerosos antecedentes y una orden de alejamiento de su ex pareja
MADRID- Iván Berral Cid, de 34 años, es el nombre del perturbado que tiñó de sangre y terror la misa de ocho en la parroquia Santa María del Pinar el jueves. El individuo, que sin razón aparente mató a bocajarro a Rocío Piñeira Oitavén –una mujer de 36 años embarazada de 40 semanas– y disparó a otra mujer de 52 años para después terminar suicidándose, llevaba una extraña nota encima que añade un poco más de locura a este horrible suceso. «El demonio está detrás de mí. No tengo para comer, no tengo trabajo. Tengo que hacer algo», afirman que escribió Iván fuentes de la investigación. Según la Jefatura Superior de Policía, el perturbado tenía numerosos antecedentes policiales de todo tipo. Malos tratos, amenazas, lesiones, atentado contra agente de la autoridad, resistencia y desobediencia o tráfico de drogas son sólo algunos de ellos. El hombre, de 34 años, comenzó a delinquir con mayor asiduidad desde los 20 años.
Además, según fuentes judiciales, pesaba sobre él una orden de alejamiento por malos tratos contra una mujer colombiana que, según afirman fuentes de la investigación a Efe, también estaba embarazada. Muchos se han preguntado, al saber que esta mujer también se encontraba en avanzado estado de gestación, si quizás Iván se confundió de víctima y realmente quería matar a su ex pareja sentimental. Sin embargo, el hecho de que disparara a la otra mujer de 52 años, María Luisa F. C., desmonta un poco esta teoría y todo apunta a que escogió a sus víctimas al azar.
Al parecer, Iván Berral era un indigente que solía frecuentar albergues de la capital a pesar de contar con un piso en propiedad en el número 23 de la calle Dulce Chacón, muy cerca de la calle Jazmín, donde se produjeron los hechos. Los vecinos del inmueble aseguran que era una persona que frecuentaba de vez en cuando ese piso y que era un poco «raro». Sólo dicen de él que a veces se escuchaban muchos ruidos provenientes de su vivienda, ya fuera discusiones o música muy alta. Pero nada que les hiciera pensar que se trataba de una persona con problemas psiquiátricos. De hecho, fuentes del caso aseguran que Iván no tenía antecedentes de problemas mentales. La nota que llevaba encima en el momento que cometió el acto de locura, en la que explicaba su desesperada situación, es la única prueba en todo este oscuro suceso. Iván creía que le perseguía el demonio y eso fue lo que, aparentemente, le llevó a acabar con la vida de una mujer inocente e intentarlo con otra.
Sin embargo ayer, en la misa de ocho celebrada en la parroquia Santa María del Pinar, también pidieron por él. El padre Francisco, que dio la extrema unción a la fallecida en la misma iglesia tras el tiroteo y bautizó al pequeño Álvaro en cuanto los sanitarios del Samur terminaron la cesárea, recordó ayer a las víctimas cuando ofició la misa. El sacerdote dedicó palabras de ánimo a los familiares de Rocío en varios momentos de la eucaristía, pero no se olvidó de la otra mujer herida, María Luisa, ni del asesino, Iván Berral. A él se refirió como «un hombre cuya falta de esperanza le había llevado a cometer un doble crimen».
DESPEDIDA Y HOMENAJE
Familiares y amigos se acercaron hasta el tanatorio de la M-30 para despedirse por última vez de Rocío. En Facebook, sus amigas se pusieron de foto de perfil una imagen suya como homenaje.
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