Zaragoza
El drama de Wendy
La madre del joven asesinado en Vallecas exige la reforma de la Ley para que se condene a sus verdugos. Cinco de los diez menores detenidos por el crimen ingresaron ayer en el centro de menores de Brea del Tajo
MADRID- Un segundo piso de Vallecas era ayer la casa doliente por la muerte de Jorge. Como antiguamente en España y, según explican, como se sigue haciendo en República Dominicana, la vivienda del fallecido era un reguero incesante de familiares, amigos, vecinos y compatriotas residentes en Vallecas que querían dar el pésame a Wendy Navarro, la madre de Jorge Luis o «Smith», el apodo del joven de 16 años a quien descerrajaron dos tiros en el costado el viernes pasado sin ningún motivo aún en claro.
La mirada de Wendy no desprende ningún odio, más bien todo lo contrario. Apenas dos días después de perder a su único hijo, su serenidad, dentro del dolor, es admirable. Pero aún hay muchas incógnitas que no la dejan comprender ni perdonar lo que le han hecho a su hijo. «Cada uno de los que estaban allí dice una cosa que no concuerda con lo que dice el otro... Yo no sé qué pensar porque la Policía no me ha dicho nada, ni siquiera me llamaron cuando ocurrió», denuncia. Wendy, dominicana de Tamayo (una localidad situada al sureste de la isla caribeña, cerca de la frontera con Haití) pero española desde hace 20 años, trabaja como camarera en una taberna de la plaza Mayor, donde se enteró del asesinato de su hijo porque una vecina la llamó allí. El cuerpo del menor descansa en el Tanatorio Norte Virgen de los Remedios hasta que se resuelva todo el papeleo y puedan repatriar al fallecido a Tamayo. El trámite cuesta cerca de 5.000 euros, que la mujer sufragará con ayudas y endeudándose. Ninguna administración, ni siguiera la embajada de su país, se ha puesto en contacto con ella. Wendy tiene pinta de engrosar la lista de madres coraje que luchan por cambiar la Ley del Menor. «¿Cómo puede un niño con 12 o 13 años estar implicado en algo así? ¿Qué les va a pasar? Nada. Ya están en su casa y mi hijo...», dice con la vista en el cielo. No le consuela saber que cinco de los diez menores detenidos por la muerte de Jorge (cuatro dominicanos y un peruano, este último el autor material, según aseguró un testigo a la Policía en su primera declaración) duermen desde la una de la madrugada del lunes en el Centro de Reeducación y Reinserción Teresa de Calcuta, en Brea del Tajo. «Cuánto tiempo estarán allí?», se pregunta dando a entender que poco o nada. Ingresaron en un módulo específico para homicidas y allí permanecerán dos meses en el equivalente a «prisión preventiva», hasta que un juez de menores decida quién o quiénes son culpables. El Grupo VI de Homicidios sigue investigando el crimen. La prueba de la parafina (que determina quién disparó por los restos de pólvora en la muñeca) y las huellas en el arma homicida hablarán. Mientras tanto, a Wendy sólo le queda aferrarse a la vida. Tiene ganas de pelear porque se haga justicia. A Jorge le tuvo hace 16 años en Zaragoza, pero a los cinco le mandó a su país natal porque pensó que allí estaría mejor. El año pasado sintió que ya era el momento de que regresara y Jorge volvió. «Eso es lo que más me pesa. Si se hubiera quedado allí, aún estaría con vida», lamenta, pero enseguida se levanta y advierte. «Ya he perdido lo que más quería, así que me da igual dejarme la vida en abogados y juicios. A mí ya todo me da igual».
El detalle
UN ALTAR PARA «SMITH»
La lluvia de estos días no ha podido con el homenaje que los amigos de Jorge han querido rendirle. El lugar exacto donde cayó desangrado la noche del pasado viernes se ha convertido en un improvisado altar lleno de velas y fotos del fallecido. Fue a unos 70 metros de allí, en la plaza de Puerto Rubio, donde le dispararon por causas nada claras. Aunque la Brigada Provincial de Información asegura que ninguno de los detenidos pertenecía a ninguna banda latina, un testigo presencial aseguró a la Policía en su primera declaración que fueron a incordiar a «Smith» con símbolos de los «Latin King». Según el joven, el presunto asesino le hizo una corona «latin» con la mano y Jorge la apartó de un manotazo. Otros aseguran que le obligaron a decir «¡Arriba la patria!» y él se negó. Pero aún hay muchas incógnitas entorno a este crimen. «¿Por qué él?», se preguntan sus allegados.
CANTANTE
A Jorge le gustaba poco el instituto (le expulsaron) y mucho la música. Se hacía llamar «Smith Chail» y colgaba canciones en internet. Su madre posa con una foto del joven en la cocina de su casa en Vallecas
✕
Accede a tu cuenta para comentar