Constitución
Impunidad en la vía pública Por Ignacio Sáenz Cosculluela
Desde la entrada en vigor de la ley antitabaco, la gran mayoría de los ciudadanos soportamos por partida doble los ruidos que se emiten desde muchos locales. Ahora, también por la dudosa legitimidad de muchos hosteleros que en un nuevo alarde de impunidad han ido ocupando la vía pública de una manera intolerable, obstaculizando con mesas, sillas y terrazas no ya el paso de una persona, sino a quienes van con un carrito o tienen una minusvalía. Dicha impunidad viene dada por la estrecha relación de cargos en los partidos políticos, fundamentalmente la administración local con la hostelería, y de algunos políticos que aprueban leyes u ordenanzas primando lo particular en detrimento de lo público.
Es fácil encontrar precedentes judiciales que dan una respuesta a la verdad irrefutable de que la exposición cotidiana a niveles de emisión acústica superior a los 60 dB, propios de la simple conversación alegre de grupos de personas sentadas en un velador, todos los días, y hasta las 02:30 o 03:30 horas de la madrugada, genera un ambiente molesto y contaminante digno de una contundente y efectiva tutela por parte de la Administración, cosa que no ocurre. La protección del medio ambiente y su incidencia en las denominadas actividades de hostelería o restauración deben estar sujetas a los principios constitucionales el derecho a la protección de la salud consagrado en los arts. 15 y 43 CE. y a la protección de la inviolabilidad domiciliaria (art. 18.2 CE). Es mucha la presión a la que se somete a la Administración por la ley del tabaco y la repercusión económica que pueda generar en los establecimientos, pero no debemos olvidar que atajar ahora abusos o desmanes en las licencias es atacar el problema en su comienzo. ¿Cómo? Se deberían tener en consideración varias cuestiones. Entre otras, actualizar las ordenanzas de ruidos y de terrazas y veladores de los distintos municipios, varias de ellas anticuadas; solicitar la actualización de los mapas de ruido, pues vemos cómo ahora se dan los focos donde antes no se generaban altos niveles sonoros; instar declaraciones de zonas acústicamente saturadas, reducciones de horario, etc...; no permitir la ampliación el uso de las terrazas, y acometer campañas de concienciación de los problemas que genera el ruido.
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