Historia
Tierra bastante por José Luis Alvite
No volveremos a ser los mismos cuando por fin hayamos salido de esta crisis horrible que seguramente no ha tocado fondo y nos reserva aún episodios más desalentadores de los que ya hemos padecido. Seremos luego un pueblo menos bullicioso y más escéptico, acaso consciente por fin de que las cosas a cuyo conocimiento no se llega por interés al final se aprenden por escarmiento. Habremos perdido el viejo apego a los bienes materiales y no le veremos inconveniente a aceptar cualquier trabajo, aunque nos suponga cambiar de ciudad, de lenguaje o de comida. Incluso nos parecerá que nunca fuimos como ahora somos, una sociedad frívola en la que la risa se cotiza mejor que el pensamiento y el piano es en algunos lugares un buen sitio en el que curar los quesos, secar la ropa o guardar la pandereta. Aprenderemos a vivir donde no hayamos nacido y aceptaremos la idea de ser enterrados en cualquier cementerio en el que jamás haya recibido sepultura un cadáver con nuestros apellidos. Aunque al principio nos cueste aceptar los cambios, nos adaptaremos y seremos sin rechistar una sociedad distinta, un país de individuos menos aferrados a la tierra y al empleo, gente razonable y transeúnte, hombres y mujeres a los que no les suponga un trauma encontrar al otro lado de la ventana un pájaro que no vieron nunca, un olor del que no tenía noticias su olfato y un paisaje con el que no contaban. Será duro, pero incluso contando las decepciones cabe pensar que saldremos ganando, igual que se regeneran los campos después de ser batidos sin tregua y sin piedad por la artillería. Estamos en un mal momento, en los días terribles del desencanto, pero saldremos adelante y seremos por fin un sitio distinto en el que nos parecerá una bendición vivir en un lugar en el que siempre tendremos a mano tierra bastante para nuestro sepulcro.
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