Cataluña

El rosario de la aurora

La Razón
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Artur Mas se empecinó la pasada semana en conseguir un gran pacto contra la crisis. Su idea era atrevida y fue aplaudida, pero no supo aderezar todos los ingredientes de la forma más conveniente. Primero cito a todos los protagonistas a la vez: Oposición, sindicatos y empresarios. Segundo: La diagnosis de su Consejo Asesor, que aunque bien trabajado, no se apartaba demasiado de lugares comunes. Tercero: El informe fue conocido por los participantes en la reunión sólo con 48 horas de antelación. Cuarto: El análisis de los eruditos trataba de arropar ideológicamente las medidas que tomará el Gobierno de CiU. O sea, Mas pretendía alcanzar la unanimidad y el consenso sobre su hoja de ruta marcada por recortes generalizados. Aspiraba, nada más y nada menos, a alcanzar el aplauso general a su política económica. Naturalmente, no lo consiguió. Todos le dieron la espalda.
Más bien, la gran cumbre acabó como el rosario de la aurora. Mas ahora ya sabe que debe tomar medidas y que deberá tomarlas sólo. Dicho de otra manera; deberá gobernar. Su acuerdo de mínimos se tambaleó nada más acabar la cumbre. Su Gobierno hace aguas por doquier, pero para el presidente ha sido su primer revolcón. Mas fue un buen estudiante y está acostumbrado a conseguir nota. Esta vez, suspendió. Sin paliativos. Su derrota le hizo decir que no calificar de éxito su gran cumbre era un intento de «derrocar» a su Gobierno. ¡Nada más y nada menos! Mientras, Felip Puig, su consejero de Interior, iba a lo suyo y decía: Cataluña ha iniciado su camino hacia el derecho a decidir. ¡Impresionante! Lo dicho, como el rosario de la aurora y el presidente, compuesto, y sin novia.