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Rolling Stones: vuelven a sacar la lengua

Cumplen cincuenta años desde su primer concierto y aún están en forma, aunque sus edades sumen más de 280. La llama continúa viva y ellos alimentan el fuego y piensan volver a la carretera en 2013. Será su año

Rolling Stones: vuelven a sacar la lengua
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Cincuenta años mirando desde lo alto el mundo del rock'n roll es algo de lo que no muchos pueden presumir. Lejos de tópicos y vicios, los Rolling Stones representan la manera de saber mantener un negocio, una marca (que lo son), un legado y un espíritu, con independencia de unas relaciones personales llenas de afilados cuchillos y desencuentros, que siempre, bien es cierto, han dejado a un lado a la hora de emprender un nuevo proyecto. Si algo debemos reconocer a estos viejos abuelos canallas es que son la representación misma del rock. Y una máquina de hacer dinero que ha acrecentado su fama gracias a sus mastodónticas giras y particulares biografías. Han vendido millones de discos, pero las cifras no son astronómicas, de hecho no publican álbum nuevo desde 2005, aunque acaben de inaugurar exposición con material gráfico inédito en una galería londinense, se publique el libro «The Rolling Stones: 50» y en otoño se presente un documental dirigido por Brett Morgen.

Todo empezó en1962, cuando la banda Blues Incorporated canceló su actuación en la mítica sala Marquee del Soho londinense en julio de 1962. Fue la oportunidad para que Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones, Ian Stewart, Tony Chapman y Dick Taylor tocaran como The Rolling Stones. En seguida, Chapman dejó la banda y ocupó su lugar un joven llamado Cliftons Williams Perks, recordado para siempre como Billy Wyman. Eran The Rolling Stones, con independencia de las altas y bajas en la banda. Mucho se ha escrito sobre su historia, su treintena de discos, giras, premios y andanzas, pero queremos bucear en la personalidad de sus miembros, que forman la leyenda viva del rock. La historia del rock sería otra sin los Stones, pero ¿cómo han conseguido mantenerse 50 años en la cumbre?

Mick Jagger o el cerebro
No sabemos si se lo debe a Tina Turner o es que ambos tuvieron el mismo profesor de baile, pero está claro que sus pies son al rock lo que la púa de Richards es a la electricidad: simbiosis pura. Jagger es mucho más que eso. Es un cerebro que ha sabido mantenerse siempre dentro a pesar de tener sus pies por fuera. De hecho, varias veces han estado a punto de romperse las relaciones por los continuos cameos de un Jagger mimado desde los inicios por el manager Andrew Loog Oldham, quien catapultó su imagen de niño malo de la banda e incluso cerró las puertas del éxito al que era de largo el más carismático y querido del grupo: Brian Jones. A pesar de todas esas luchas primeras por el poder en la banda, Jagger ha sido y es la imagen y voz de la marca y quien encarna a la perfección la fusión de artista y director de escenario. Con siete hijos de cuatro mujeres, Jagger siempre envidió a Richards por su autenticidad. En realidad, son tal para cual y quizá por eso hayan sabido mantenerse fieles el uno al otro, biografías aparte. Eso sí, Sir Jagger es bastante más snob.

Richards, la guitarra es él
Desde el principió fue el alma de la banda. Su carácter y entrega al trabajo fueron la clave para que surgieran los recelos con su íntimo Mick (con quien compartió vecindario de niñez), aunque al hablar de rockeros las lealtades se midan con una vara invisible. Famosa y especialmente cruel fue la puñalada que le clavó a Brian Jones, cuando Richards, camino de Tánger, decidió parar en algún lugar entre Tarragona y Valencia, para mantener relaciones con la mujer de Jones, Anita, quien también tuvo un «affaire» años después con Jagger. Richards ha sido el sonido eléctrico de la banda. Él siempre quiso ser Jagger, y Mick hubiera cambiado su alma por la de Keith. Vicioso y arriesgado, incorregible y provocador, brillante y miserable: así es uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos.

Brian Jones, vive deprisa y muere joven
La historia ha sido injusta con Brian Jones, el niño bueno que chocaba con esa imagen tan pretenciosa antibeatleliana que fomentaban y que obsesionaba a los primeros rollings. Jones pasaba de etiquetas y no entendía por qué para hacer rock había que escupir al suelo. Era igual de talentoso que de frágil y fue el cebo vivo de varias dolorosas deslealtades. En sus siete años en la banda fue el motor al principio, pero a medida que pasaron los primeros discos, su peso comenzó a aparecer de manera muy poco representativa. Su vitalidad se fue poco a poco apagando y en su retiro de Sussex, tan sólo un año después de abandonar el grupo, encontró la muerte en una piscina o por asma o por alguna causa más oscura. Sea como fuere, fue el primero en inaugurar aquel famoso club de los 27, pero sin duda representa también la cara más oscura del éxito.

Charlie Watts es el hombre que marca el ritmo
Watts es otro de los viejos leones del grupo británico. Entró en 1963, cuando Chapman abandonó la formación. Desde entonces, Watts no ha dejado de dar golpes de bombo y caja, así que con este aniversario, son sus 49 años en los Rolling lo que está dispuesto a celebrar por todo lo alto. Son muchos los que dicen que le deben a Watts seguir viendo a los Rolling. De hecho, en repetidas ocasiones han sido los propios Jagger o Richards quienes han afirmado que Watts es el verdadero líder, el hombre capaz de poner un poco de calma en un mundo caótico, mil veces alimentado o engordado por la leyenda (desmanes y grandes juergas ha habido, pero cuesta imaginar que, a pesar de los excesos, hoy sigan con fuerza para subir a un escenario). No creo que tanto, pero desde luego es quien les ha mantenido unidos, digamos, junto con los ceros de la cuenta. Quizá el dato más divertido y no menos curioso de Watts es su pasión por el jazz. En realidad, se considera un batería de jazz. Para él, «eso del rock» es una forma de ganar dinero. Watts sigue siendo quien marca el ritmo 50 años después.

El bala perdida de Ronnie Wood
A pesar de entrar en la banda en los 70, Wood es el auténtico «rolling stone»: es desenfadado pero fiel, rebelde, aunque como buen perro ladrador, siempre vuelve a buscar cobijo al mismo hogar. Es un roquero por excelencia y quizá su actitud desenfada se deba a que en su infancia, a diferencia de Jagger o Richards, quienes pertenecían a una clase media acomodada, se crió entre caravanas de gitanos, fiestas con música y alcohol a partes iguales, y un ambiente propio de quien lleva la música y el arte corriendo desbocadamente por sus venas. Lo mismo toca una guitarra que se pone manos a la obra frente a un bajo: lo que adora realmente es la música y desborda talento por sus raquíticos cuatro costados. Además es un apasionado de la pintura (su firma se cotiza) y siempre acompaña sus giras con exposiciones de su obra en las principales ciudades por las que pasa el grupo. Pinta, pues, por partida doble.

 

El discreto Bill Wyman
Es el personaje que la historia, quizá, no ha tratado como merece. Fue el bajista de los Stones desde 1963 hasta 1993, 30 años de carretera, éxitos y fama, que terminó por despreciar. Mucho se habla sobre la posibilidad de que vuelva a tocar con la banda. En principio, Wyman, quien aceptó la invitación, parece habérselo pensado mejor y en principio no los veremos juntos hasta el año que viene. ¿Motivos? Las diferencias en los derechos de autor de varias canciones, como el mítico riff de «Jumping Jack Flash» por el que llegaron hasta los tribunales. De cualquier modo, Wyman fue el bajo hasta la llegada de los 80-90, cuando sorteaba con Ronnie quién golpearía el «drumbass». Sus pasiones fuera de la música son claras: disfrutar de la vida y buscar tesoros, ¿algún plan más apetecible?

 

¿De Gira en 2013?
Como todo el mundo rumorea, la gira es más que posible. Según admitieron hace pocos días en la cadena británica BBC, –«hay cosas que se están haciendo, pero aclarar una fecha es todavía premeditado»; «nos hemos reunido, hemos organizado un par de ensayos y ya está»– reconocía Richards, quien parece que ya se ha reconciliado con su alma gemela, Jagger. A Keith siempre le molestó esa careta comercial que Mick paseaba por todas partes, mientras que al propio Jagger le asustaba el camino sin retorno que Richards siempre prefirió. El caso es que uno sin el otro no pueden estar y que los Rolling Stones son ellos.
Después de todo, son 50 años tocando juntos, compartiendo escenarios, estudios y carretera. Por algo son la banda más longeva.