Las dos trampas

Por determinantes que se presenten, más allá de los feudos que haya perdido o retenido contra pronóstico el PSOE, el 22M marca de qué modo, a la desesperada, el heredero de Zapatero trabajará para el milagro en 2012. Esa tarea la acometerán el partido, tras haber aprovechado esta campaña como formidable campo para la experimentación. El PSOE intentará a base de atropellos judiciales y chapuzas políticas alcanzar el final de ETA, un espejismo susceptible de atontar a millones de españoles incautos. Sus cachorros procurarán inocular la idea de que precisamente la crisis urge a que los ciudadanos eviten el aterrizaje en La Moncloa de un gobierno conservador: un ejercicio de agitación y propaganda simple y viejo, pero con el que se podrían llevar al huerto a caladeros de votantes despistados o duros de mollera. Se trata de dos proyectos en los que se está esforzando ya la izquierda, consciente más si cabe tras la diferencia de voto que se acaba de establecer entre las siglas de Rajoy y las de Rubalcaba, Chacón o el que venga. Con toda cautela, las primeras llevan ya el marchamo de la esperanza y la ilusión. Sin duda, las segundas lucen la vitola de la desesperación y la decadencia. Pero, ojo, en Ferraz no venden la averiada idea de que pueden ganar las elecciones por pura vergüenza torera. Saben que en esta pareja de emboscadas de hondo calado estratégico, podría caer antes o después un inocente PP. Volveríamos a la traición de Estado y la mentira, pero para los socialistas la una y la otra son bienvenidas si sirven a su perpetuación en el poder.