Mundial 2014
Sin pegada
La Selección española y el Barcelona son dos gotas de agua en la concepción del juego. A los barcelonistas, en las ocasiones más complicadas, suele salvarles la genialidad de Messi. La Selección no cuenta con el astro argentino, muy poco estimado en su país por cierto, y de ahí que para los mismos problemas no encuentre soluciones. Sucedió en Wembley.
El Barça, últimamente, ha perdido pegada y la Selección, también. Se gana el terreno, se posee el balón de manera casi agobiante, pero se circula a ritmo lento y permite al contrario atrincherarse para hacer poco probable el gol.
La Selección creó peligro ante Inglaterra cuando puso más velocidad. Mantuvo el consabido toque, en ocasiones casi estomagante, y la mayor rapidez en el desplazamiento del balón propició las posibilidades de gol que no había tenido en medio partido. En realidad su movilidad no llegó hasta que marcó Frank Lampard. El equipo, con varios cambios, sólo obligados por los pactos para partidos amistosos, aunque no siempre necesarios y adecuados, pretendió olvidar los melindres del primer tiempo.
La posesión del balón es importantísima, pero queda en nada si no va a acompañada de ataques más directos con frecuencia. Paredes constantes contra el muro defensivo son inútiles.
Los diez primeros minutos fueron auténtica exhibición. Los ingleses quedaron definidos para todo lo que restaba de partido. Acobardados y únicamente decididos en esporádicos contragolpes hacia la portería de Casillas. Marcaron al estilo tradicional. Fue en el saque de una falta y entraron en juego las cabezas. Les pareció satisfactorio si no se avergonzaron por su juego.
Posdata. Al fútbol español le acosa la idea del gilicorner, el modo de dar ventaja considerable al contrario.
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