Jaén

La maldición de José Tomás

- Linares (Jaén). Segunda de abono de la Feria de San Agustín. Se lidiaron toros de Las Ramblas, correctos de presentación. El 2º, rajado; 3º y 4º, se dejaron con matices; el 5º, manso, rajado aunque desplazándose; el 6º, descastado. Lleno de «No hay billetes».- Juan José Padilla, de azul marino y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada (oreja).- José Tomás, de rosa y oro, bajonazo infame, dos pinchazos, dos descabellos (silencio); estocada (oreja).- Curro Díaz, de rosa palo y oro, estocada (dos orejas); dos pinchazos, estocada baja (ovación).

El diestro de Galapagar, que ayer toreó su sexto festejo de la presente temporada, traza un derechazo a pies juntos en el coso de Linares
El diestro de Galapagar, que ayer toreó su sexto festejo de la presente temporada, traza un derechazo a pies juntos en el coso de Linareslarazon

A Juan José Padilla, perdón, pero no le vi. Más de ochocientos kilómetros en una noche: Bilbao/Linares. Viaje eterno al volante... Todo perfecto. Hasta llegar aquí. Acreditación de Prensa ficticia. Una fila 6 que no existe. Anda si acaba en la 5. En la parte más alta, luchando con la miopía por encontrar torero y toro entre columnas y arcos. Divertido si no viniera uno a trabajar.
Si al medio no le costara esfuerzo, y dinero. Pero la cosa podía empeorar, y empeoró. Sin localidad y con el «no hay billetes» colgado. Impresionante el respeto de la empresa, muy solvente y con clase... Así, lo siento pero a Padilla que abría plaza, no le vi. Que lo cuente la empresa. Eso sí, medio me pareció verle saludar.

El silencio sepulcral cuando salió a torear José Tomás al segundo lo marcó todo. Aunque ya habían trepado por el tendido las verónicas de recibo. En el centro del ruedo, encajada la figura, atornillado al suelo y pura armonía en las muñecas. El toreo que fluye hasta que se frustró. Ya con la muleta, bello comienzo, una trinchera y un natural con un tercio de la muleta, el toro para sí, hacia él, porque así lo quería. Y se acabó. A la siguiente tanda buscó refugio el de Las Ramblas en tablas y José Tomás se puso, y le buscó las vueltas pero el horizonte estaba muy cerca. La espada le quedó fea, reiterada... El descuento.

Se volcó sobre el morrillo en el quinto. Había muchas cosas en juego. José Tomás peleó contra los elementos. Y el elemento en cuestión se desplazó en las telas, abriéndose mucho para ir a tablas. Hasta que allí se fue José Tomás nos dio varios momentos de intensidad, sobre todo en ese pase diestro para cambiarse la muleta de mano y pegar el natural de antología. Y lo repitió. Qué belleza ver embarcar al toro con los riñones metidos, enjuta la figura, aplomo y suavidad. El maravilloso contraste que cautiva. Naturales de primor: largos, hundido en la arena por los siglos de los siglos, y templado. En tablas se lo pasó por alto por donde quiso sin enmendarse, más efectista y menos profundo. A dos manos por alto cumplió el fin, en el ocaso de su tarde en Linares. Hundido el acero. Muerto el toro que yo lo vi, le pidieron las dos orejas, pero sólo una se le concedió. La maldición de esta temporada, la de la resurrección, se abría paso. Ahora, el toreo más puro de la tarde lo hizo el de Galapagar. Cuestión de principios.

Curro Díaz tumbó enérgico al tercero con la espada. Antes le había demonizado el toro en una cogida terrible. En un pase de pecho dejó la ventana abierta y el toro, que se dejaba, pero no era tonto, entró de lleno. Le había encontrado el torero el sitio por el pitón derecho, como tenía motor y se desplazaba lo que ocurría en el ruedo trascendía. Se creció, no bajó la intensidad y con la espada, parece ser, tampoco divisamos presidencia, amarró el doble trofeo. El descastado sexto sólo le dejó justificarse.

El cuarto tuvo opciones, aunque mirón exploraba el viaje con largura. Padilla echó toda la carne en el asador, a su manera, a su estilo pero le cundió más cuando tiró del tremendismo. Tremenda tarde la nuestra.


Con Manolete bien presente
El mismo día. De mito a mito. José Tomás actuó ayer en el ruedo de Linares exactamente 64 años después de que el toro «Islero» de la ganadería de Miura terminara con la vida de otro genio: Manolete. Y es que una fatal cornada hirió el 28 de agosto de 1947 al diestro cordobés que, horas más tarde, fallecería. Una pérdida que sobrecogió al mundo del toreo y que, aún hoy, sigue siendo recordada. Por ello, durante la Feria de San Agustín linarense, los homenajes y las ofrendas no han dejado de sucederse.