Nashville

El hombre que vio la luz por César Vidal

Hank Williams fue el más grande de la música country. El hallazgo de su libro de notas ha supuesto una conmoción en la música popular norteamericana

La Razón
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Fue considerado como el rey indiscutible de la música country, como un representante de los proletarios olvidados por el sistema, como un canal para expresar la piedad. Era todo eso y mucho más. Se llamaba Hank Williams y el descubrimiento reciente de algunos de sus cuadernos de notas ha puesto de manifiesto que nunca ha dejado de despertar interés.

Nació el 17 de septiembre de 1923 en Mount Olive, Alabama, y recibió un nombre bien significativo, Hiram King (rey Hiram), el mismo que tenía el soberano que ayudó al rey Salomón a levantar el templo de Jerusalén. Aprendió a tocar la guitarra invitando a comer a un músico callejero de color llamado Rufus Payne y abandonó los estudios con catorce años para dedicarse por completo a cantar en un programa radiado de quince minutos. Nunca aprendió a leer una partitura, pero su influjo resultaría innegable en géneros tan populares –y sureños– como el gospel, el blues o el country. Hiram King –ya convertido en Hank– se vería perseguido desde la adolescencia por la desgracia. Una enfermedad de columna que le ocasionaba dolores insoportables lo llevó a beber en tal medida que el ejército lo rechazó para el servicio activo durante la Segunda Guerra Mundial.

Alcohol y tristeza
A su término, se había convertido en una verdadera estrella que había firmado con la MGM Records y comenzó a grabar canciones de los estilos más diversos que serían versionadas una y otra vez por figuras como Tennessee Ernie Ford, Jerry Lee Lewis o Ray Charles. Tan sólo entre 1948 y 1953 logró colocar nada menos que once canciones en el número uno. Había que rendirse a la evidencia y el Grand Ole Opry, teatro de Nashville que podría ser definido como la Capilla Sixtina de la música country, no tuvo más remedio que abrirle las puertas.

A esas alturas ponía voz a la alegría sencilla de la gente del sur, a las historias de amor con final feliz o trágico e incluso a los padecimientos de los menesterosos. Sin embargo, el drama persistía porque la medicina de la época poco podía hacer para paliar una enfermedad a la que nada ayudaban las giras continuas del cantante y compositor. Así, al alcohol se sumó la morfina y el sentimiento de culpa, porque Hank Williams era profundamente creyente y se amargaba viendo su debilidad ante la botella. Precisamente en un viaje, al despertarse de noche, vislumbró en lontananza los rayos luminosos que despedía un faro costero y escribió una de las canciones gospel más populares, la titulada «I Saw the Light» (Yo vi la luz).

Su final fue trágico. Tras el divorcio vino la expulsión del Grand Ole Opry por sus borracheras. Entonces, en 1953, cuando aún no había cumplido los treinta años, falleció. Stephen King le rendiría homenaje en su novela «Cadena perpetua», haciendo que los reclusos recibieran en una prisión sureña la colección completa de discos de Hank Williams. Hace apenas unos días, la noticia de la aparición de algunos de sus libros de notas provocó una verdadera conmoción en el mundo musical norteamericano y ya han sido varios, entre ellos Bob Dylan, los que se han ofrecido a interpretar lo que pueda haber en ellos. Y es que aquel que fue llamado el Shakespeare del Hillbilly, Hank Williams, sin duda alguna, cada año canta mejor.