Reikiavik

Los islandeses cada vez más lejos de la UE

Cuatro años después del colapso de su sistema financiero, Islandia ya ve la luz al final del túnel. Su economía camina en la senda de la recuperación gracias al aumento del consumo interno, las exportaciones y el turismo, favoricido por la depreciación de la corona islandesa.

Los islandeses cada vez más lejos de la UE
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El desempleo, que llegó a subir hasta el 10% en el punto álgido de la crsis, alcanzó en mayo el 5,6%, mientras que el PIB, que se hundió un 10%, ha crecido un 2,4% durante el primer trimestre de 2012. Todo ello ha permitido al país devolver al FMI el 20% del préstamo que le concedió.

Ante un panorama tan prometer, son muchos los islandeses que creen que ya no necesitan integrarse en una Unión Europea, inmersa en graves problemas económicos y financieros. Actualmente, sólo el Partido Socialdemócrata, desgastado tras tres años en el poder, aboga abiertamente por la integración en el "club"comunitario.

Haciéndose eco de este estado de opinión, el presidente, Olafur Ragnar Grimsson, ha centrado su campaña de reelección en el rechazo a la UE, cuya adhesión negocia Reikiavik desde 2010. Su mensaje nacionalista y en defensa de los recursos nacionales -especialmente la pesca- ha convertido a Grimsson en el candidato favorito para ganar un quinto mandato en las elecciones presidenciales que se celebran hoy en este país nórdico de apenas 320.000 habitantes.

Lo cierto es que el jefe de Estado, de 69 años, es un especialista en amoldar su discurso al sentir de la población. Durante el "boom"financiero que llevó a los bancos islandeses a acumular activos diez veces superiores al PIB de la isla, Grimsson, que fue ministro de Finanzas entre 1989 y 1991, se vanagloriaba en sus viajes al exterior de lo que él denominaba "una nueva expansión vikinga".

Sin embargo, cuando se produjo el "crack"en el otoño de 2008 y el Gobierno tuvo que nacionalizar a los tres principales bancos para evitar la bancarrota del país, el veterano político se colocó oportunistamente al lado de los enfadados contribuyentes. En 2010 y 2011 vetó dos acuerdos para devolver los fondos que los ahorradores holandeses y británicos habían depositado en Icesave, filial de uno de los bancos nacionalizados, y convocó dos referendos que se saldaron con sendos rechazos al pago de la deuda.

"Básicamente, se podría decir que estas elecciones son un referéndum sobre si hizo bien al negarse a firmar la legislación sobre Icesave en 2010 y 2011", asegura Stefania Oskarsdottir, profesora de la Universida de Islandia, a la agencia Reuters. "A muchos islandeses les gustó su actuación y decían 'finalmente, aquí hay alguien que nos defiende'".

Cínico para unos por sus cambios de posición y héroe para otros por oponerse a las presiones extranjeras, lo cierto es que durante su último mandato Grimsson ha transformado el tradicional rol protocolario que corresponde al presidente de la República y ha abierto un debate sobre si ha abusado del artículo 24 de la Consitución, que permite al jefe de Estado vetar aquellas leyes que vayen en contra de los intereses del país.

En las antípodas del presidente saliente y a siete puntos por detrás en los sondeos, se presenta a las elecciones la popular periodista televisiva Thora Amorsdottir, de 37 años, que ha defendido durante la campaña que el presidente debe unir y no dividir a los islandeses.

Amorsdottir ha evitado caer en las provocaciones de Grimssoon, que la acusa de ser un "títere"de la primera ministra, la socialdemócrata Johanna Sigurdadottir, y ha intentado presentarse ante el electorado como una representante de la nueva generación de islandeses.

En hipotético caso de ganar, eguiría los pasos de Vigdis Finnbogadottir, que se convirtió en 1980 en la primera mujer del mundo en ser elegida jefe de Estado por sufragio universal. Pero la novedad fue hace treinta años. En la Islandia del siglo XXI, son excepción los hombres que ocupan los más altos cargos de la nación. Una mujer preside el Parlamento, que cuenta con un 43% de diputadas, las ministras son mayoría en el Gobierno e incluso una obispo preside la Iglesia Nacional Luterana.