Presidencia del Gobierno
La hora decisiva de España por José María Marco
Hace una semana los españoles dieron su apoyo a Rajoy para la difícil tarea de sacar adelante el país con la peor herencia que recibe un Gobierno. Son momentos de serenidad y unidad ante la presión de los mercados y la incertidumbre económica
Nada más ganar unas elecciones, los políticos suelen expresar su propósito de gobernar para todos. Mariano Rajoy no fue una excepción a esa regla, pero en su caso la expresión iba mucho más allá de la retórica. Así lo indica su insistencia en la palabra «todos» en cuatro momentos clave del discurso que pronunció la noche del 20-N.
Dirigirse a todos los que no le habían votado, aspirar a ser el presidente de todos los españoles, salir juntos de la crisis, invitar a un esfuerzo común de todos y para todos, así como contar con todos justo cuando una mayoría de españoles ha abrazado el cambio… Esos fueron los elementos básicos de un discurso que propuso así una novedad con respecto a lo que hemos vivido en estos últimos años. En este tiempo hemos padecido una política diseñada contra una parte de los españoles. Se trataba de anular la posibilidad de la alternativa. Es la hora de gobernar de otra manera: y no porque las soluciones que se propongan vayan a ser las únicas que existan, sino porque a partir de este momento Rajoy anunció que no se volverá a gobernar contra los propios compatriotas.
Estamos volviendo al cauce democrático, del que nunca debimos salir. Volvemos al diálogo y al debate. Y volveremos a la seguridad, bien transmitida por Rajoy la noche del 20-N, de que aunque no estemos de acuerdo con las soluciones adoptadas, se nos habrá tenido en cuenta en la discusión. Así sabremos que esas soluciones no estarán inspiradas por la voluntad de acabar con nadie.
La insistencia cobra un especial significado con motivo de la dramática circunstancia en la que el Partido Popular vuelve al gobierno. Como también dijo Mariano Rajoy, no saldremos de la crisis sacrificando una parte de la sociedad española. Eso nunca es una solución, y menos que nunca lo es ahora. Habrá que hacer, sin duda, más sacrificios de los que hemos hecho. Tendremos que esforzarnos más y tendremos que ser conscientes de que habremos de actuar por nuestra cuenta, sin esperar a que el gobierno nos solucione la vida. Por lo mismo, tendremos que ser más solidarios y más conscientes de los problemas y del sufrimiento de los demás. Ya no cabe desviar la mirada hacia un Estado que no podrá acudir a todos los frentes. El bien común es tarea de todos. No saldremos de la crisis si no es renovando a fondo nuestra actitud: más solidarios, más compasivos, más dispuestos a asumir responsabilidades y a ayudar. Ese es el desafío.
En Europa, tendremos también que dejar de ser un problema para volver a ser, como ya lo fuimos, una parte de la solución. Los españoles somos herederos de una cultura brillante como muy pocas. También somos portadores de una tradición que ha hecho de nosotros uno de los países más ricos, más desarrollados y más atractivos del mundo. Como españoles, no podemos seguir infligiéndonos la humillación de vivir permanentemente en trance de ser rescatados por otros países. No podemos seguir dependiendo de decisiones ajenas. Es imprescindible que la política realizada a partir de ahora se dirija a la restauración de la solvencia y el crédito de los españoles. El orgullo nacional, despreciado por los gobiernos de estos últimos siete años, tendrá que ser al mismo tiempo el objetivo y el instrumento de una etapa que deje atrás, de una vez por todas, la tentación de la queja y de la autocrítica destructiva.
En cuanto a la cuestión propiamente nacional, estamos a punto de entrar en una etapa en la que culminará, para desgracia nuestra, la acción política de estos últimos años. Esta acción ha amparado un nuevo desafío nacionalista, de alcance inédito hasta ahora. La palabra «todos» adquiere aquí un nuevo significado. España, subrayó con acierto Rajoy, es una gran nación, una de las primeras del mundo, porque ha sabido conservar y dar voz a su diversidad: diversidad de paisajes, de lenguas, de costumbres, de usos políticos. No somos ni queremos ser sectarios. Y hemos sido grandes siempre que hemos sabido respetar y potenciar nuestra propia diversidad. La hora de España será también la hora de las diferentes maneras de ser español que constituyen nuestra riqueza.
José María Marco
Historiador
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