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Actores en campaña
George Clooney cuenta con un plantel de lujo para «Los idus de marzo», un retrato del desencanto causado por Obama a través de la pugna electoral de dos candidatos demócratas
La victoria no da [siempre]la felicidad y, a veces, tampoco ayuda, parece decir el rostro fijo frente a la cámara de uno de los protagonistas cuando los títulos de crédito empiezan a copar la pantalla de «Los idus de marzo». Pero una vez en el poder, quizá cambie de opinión. Esa respuesta no la encontrarán en la película que aborda solo la fase final de las primarias presidenciales estadounidenses. George Clooney ha tirado la piedra, con un filme tan políticamente devastador como éste, pero esconde la mano en sus declaraciones. El maduro más atractivo de Hollywood se excuda en la lectura universal de la trama, que se explicita ya desde el título: el 15 de marzo, la fecha del asesinato de Julio César, es decir, que el poder corrompe desde la Antigüedad. Para colmo, el protagonista y director del filme apostilla que «podría estar ambientada en el mundo de la Bolsa o en el deporte».
El candidato perfecto
Sin embargo, no hace falta ser un espectador perspicaz para que transluzca a través del celuloide acuñado por la estrella más concienciada de Hollywood el desencanto de la gestión de Obama. Pues, al fin y al cabo, el filme radiografía la pugna de dos demócratas por hacerse con el puesto de candidato a la Casa Blanca. Precisamente, Clooney interpreta, a priori, al candidato perfecto, un cruce entre Kennedy y Obama con asunto Lewinsky –la becaria que puso en aprietos a Clinton– incluido. Sin embargo, en la carrera de obstáculos a la presidencia tendrá que llevarse por delante la honestidad y dignidad de la que tanto presume en sus discursos, sin perder un ápice de su telegenia. Para más coincidencias, si Obama fue el primer aspirante negro, lo cual despertaba sospechas en parte del electorado, Clooney es el primero abiertamente ateo, lo que genera no menos reparos entre los republicanos. «Las proyecciones previas fueron elocuentes en ese sentido: los votantes republicanos odiaron el inicio del filme y los demócratas, el final», aporta el director. El preclímax de la cinta se alcanza horas antes de la votaciones en el estado de Ohio, donde los republicanos –que también pueden votar en las elecciones de los aspirantes demócratas–, acudirán en masa a apoyar al candidato opositor a Clooney, mientras sus asesores mueven los hilos del teatro electoral para asestar una victoria definitiva en el siguiente Estado.
A su servicio, el candidato tiene a un sabueso que se ha convertido en un máquina de generar presidentes, interpretado por Philip Seymour Hoffman, y a un joven brillante, pero idealista, que, como a buena parte de la sociedad americana con Obama, se le cae su ídolo del pedestal. Para esto, sin embargo, Clooney también tiene coartada: «Empezamos la preproducción de la película en 2007, pero después Obama fue elegido y la euforia se desató, no nos pareció una buena idea hacer un filme tan desencantado con la política, pero este clima duró un año».
Ya desde su proyección en la Mostra de Venecia encandiló a la prensa europea, pero no tanto a la norteamericana que la acusó de haber retomado un argumento contado con anterioridad. Su ausencia de los Oscar vino a confirmar este menor tirón en su país. Sin embargo, sí estuvo nominado por «Los descendientes», que también protagonizó, y que obtuvo el galardón a mejor guión adaptado. Parte, este filme, igualmente de un texto anterior, la obra Beau Willimon, que participó en la campaña presidencial de Howard Dean en 2004: ¿lo basó en hechos reales?.
Aun así, el director sale bien parado gracias a su habilidad con la dirección de actores, pues sabe apoyarse en el sólido reparto que contrató, empezando por el mencionado Seymour Hoffman, Paul Giammatti, como el asesor del candidato opositor, Evan Rachel Wood, Marisa Tomei y, cómo no, un Gosling para quien muchos daban por segura una nominación a la estatuilla dorada, bien por «Drive» o por este mismo papel.
Las lecciones más duras
Mientras Clooney aborda el perfil de experto en arengar a las masas que esconde el cinismo tras la sonrisa, a Gosling le toca realizar la evolución más amplia de todos los personajes: tiene que aprender lecciones complejas de la política en carne propia y en un tiempo récord. Asume que dentro del partido «sólo importa la lealtad», que «la venganza vuelve a la gente previsible» y lo que acaba siendo más trascendente, que un candidato «puede arruinar un país, pero no debe acostarse con una becaria».
Clooney también desdramatiza la capacidad que tiene el cine para realizar algún tipo de oposición política: «No creo que Hollywood tenga mucho que ver con los cambios políticos. Nos lleva dos años ponernos al día, el tiempo de escribir un guión y filmar una película, así que por lo general éstas sólo pueden funcionar como espejos después de que las cosas han ocurrido». En el 95% de los casos durante los úl- timos tiempos, el vencedor de las elecciones ha sido el candidato que obtuvo más dinero para su campaña, así que parece que éste es el factor más decisivo de todos en las campañas electorales».
MOTIVOS SIN TIRÓN
Agrupados bajo el título de «¡Hay motivo!», una treintena de directores españoles se reunieron en febrero de 2004 con un objetivo único: criticar la realidad social española y al Gobierno de José María Aznar en distintos temas sociales y políticos. Las elecciones generales estaban muy cerca y, aunque se pensó en estrenarla comercialmente antes de las mismas, llegó a las pantallas en noviembre. Además, el mundo del espectáculo, combativo siempre con la política de Partido Popular, se unió como una piña (hasta para no poner un solo «pero» a los ocho años de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero). Ya habían hecho fuerza en la gala de los Goya de febrero de 2003 en la que el mundo del espectáculo, con una sola voz, convirtió el «No a la guerra» de Irak (lema que lucieron en sus solapas en forma de chapas premiados y aspirantes) en un grito frontal contra el Gobierno del PP. Después de la compilación de la película, los realizadores dirigieron un último corto, el que hizo el número 33, firmado por Diego Galán. La cinta fue estrenada comercialmente el 12 de noviembre de 2004 y proyectada hasta el día 25. ¿Razón? Apenas 496 espectadores se acercaron al cine para verla (según datos del Ministerio de Cultura) y su recaudación no llegó a los 3.000 euros: 2.831,40 hizo en taquilla. Firmaron los cortos Joaquín Oristrell, Pere Portabella, Gracia Querejeta (que ofreció su visión sobre el problema de la vivienda, Isabel Coixet (sobre los pensionistas), José Ángel Rebolledo, Chus Gutiérrez, Víctor Manuel (que contribuyó con un vídeo musical centrado en el tema de los malos tratos), José Luis Cuerda, Imanol Uribel, Yolanda García Serrano (protagonizado por Pilar Bardem), Fernando Colomo, Julio Medem, Manuel Rivas (que transformaba en imágenes el asunto del chapapote), Mariano Barroso y Vicente Aranda, entre otros, quien definió su participación como «un particular spot publicitario de sus sentimientos».
EL CINE FRENTE AL PODER
Todos los colores de la política
Hollywood no teme al poder y así lo han demostrado los rostros populares del cine que se han manifestado a favor o en contra de líderes políticos. Sean Penn (a la izda.), por ejemplo, ha visitado varias veces Venezuela y expresado su simpatía por el proyecto de Chávez, quien le distingue como «un amigo y uno de los estadounidenses en busca de la verdad». En uno de sus sus viajes al país visitó la Villa del Cine y se mostró interesado por las posibilidades de coproducción. Dijo entonces Chávez que el artista había viajado hasta Venezuela para «ver la realidad con sus propios ojos, cansado de que le mientan». Muy activa políticamente ha sido siempre Susan Sarandon (debajo, a la dcha.). Durante la guerra de Irak, la actriz encabezó manifestaciones contra la política de George W. Bush y alabó la elección de Obama, cuya presidencia ha considerado «un cambio enorme». Clooney no dudó en demostrar su apoyo al actual presidente de EE UU desde el comienzo de la campaña electoral y recuadar fondos, pero desde «la sombra, porque como celebridad podría resultar contraproducente», aseguró.
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