Actualidad
El «hogar» barcelonés de Aznar Zubigaray
l Por Manuel Ortega
Había dirigido uno de los grandes diarios españoles de los años veinte y treinta, «El Sol», cuando llegó a Barcelona en la primavera de 1960. Su trayectoria periodística venía avalada, entonces, por casi cinco décadas de ejercicio en los medios más diversos. Había tratado con algunas de las personalidades más destacadas de su época, tanto españolas como extranjeras: desde el mariscal Joffre al empresario Nicolás María de Urgoiti, pasando por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Pío Baroja o Miguel Maura. Incluso había dirigido el «Diario de la Marina» en La Habana. ¿Su nombre? Manuel Aznar Zubigaray.
Considerado uno de los decanos del periodismo de la época, Aznar Zubigaray, entonces simultaneando el periodismo en medios como la agencia Efe o el semanario «Blanco y Negro» y la diplomacia, fue llamado por el conde de Godó para hacerse cargo de «La Vanguardia», tras un incidente que dio lugar a la salida del anterior director, Luis de Galinsoga. Durante su tiempo como director del periódico de la Ciudad Condal, Aznar Zubigaray y su esposa se instalaron en el Gran Hotel Manila, según cuenta Jesús Tanco Lerga en su biografía del periodista. En esa estancia barcelonesa Aznar hizo populares los almuerzos con tertulia de sobremesa, incluyó nombres reconocidos de la Prensa en el diario de los Godó como Guillermo Díaz Plaja, Xavier de Echarri o César González Ruano –entre otros– y recibió la Gran Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco en la Capitanía General de la Ciudad Condal. Para sacar adelante el ajetreado día a día de un rotativo, se apoyó en otro histórico del periodismo barcelonés: Horacio Sáenz Guerrero. Ahora bien ¿cómo era el hotel que había elegido como residencia?
Se trataba de un establecimiento moderno, que había sido construido en 1957, y cuya fachada neoclásica era un rasgo destacado. En la prehistoria del Manila estaban los almacenes El Siglo, creados por un vendedor llamado «el feo malagueño» a mediados del siglo XIX y que, más tarde, al ser adquiridos por otros propietarios, fueron trasladados de La Rambla de Santa Mónica a la de los Estudios. Allí estuvieron hasta 1932, cuando un incendio acontecido el día de Navidad dejó un solar utilizado por circos y compañías teatrales. Al menos eso permitió que, años más tarde, se admitiese la apertura a Las Ramblas de la calle Pintor Fortuny y la construcción del Manila, por donde también pasaron Lola Flores, Antonio Machín y un sinfín de artistas con destino al Liceo. Hoy día, el edificio acoge el Hotel Le Meridien Barcelona que, además, es uno de los focos culturales barceloneses del momento. El establecimiento, por cierto, continúa conservando la misma fachada neoclásica, ya que se trata de un edificio protegido de La Rambla.
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