Barcelona
Cristianos y ateos
Decía en 1976 Jean Monnet, uno de los padres de la nueva Europa, que si tuviéramos que volver a construirla, en vez de por la economía empezaría por la cultura. Otro europeísta, Edgar Morin, escribía en 1987 que «Europa es un Complex (complexus: aquello que está entretejido) y nos hace falta comprender esta complejidad y aceptar el reto». Y qué decir de George Steiner y su crítica a quienes niegan que el cristianismo sea uno de nuestros pilares civilizatorios. Era François Mitterrand quien sostenía que si tuviéramos que trazar los límites culturales de Europa, seguramente coincidirían con los límites geográficos de los monasterios del Cister: donde acaba centroeuropa y en la entrada a Turquía y Antioquia, camino de Tierra Santa.
¿En qué hubieran quedado las culturas de Europa sin el Cister? ¿Qué sería la Europa de hoy sin las Luces y la Revolución Francesa? De acuerdo, todos tuvimos nuestra Inquisición. Pero es indiscutible que el cristianismo y el ateísmo son los dos grandes cimientos de la civilización europea. Es más, ya sostenía Pablo VI que los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad son, también, los valores del cristianismo y de su iglesia.
La visita del Papa a Barcelona nos recuerda lo mucho que aún queda por superar y por hacer en esta nuestra Europa, cristiana y atea a la vez
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