Vitoria
Cobo por fin es feliz
«Alteza, no se vaya, que quiero regalarle el maillot», le dijo Juanjo Cobo al Príncipe de Asturias. Miró a su alrededor, buscó a alguien que le ayudara a quitárselo y continuó: «Espere, que quiero dedicárselo». Javier Guillén, el director general de la Vuelta, buscaba un rotulador para que el ganador dedicara su jersey. Pero Cobo lo tenía todo previsto. Sacó un rotulador del maillot y cumplió su objetivo.
En ese momento, subido al podio situado en Cibeles, con la Puerta de Alcalá al fondo, ya sabía que había ganado la Vuelta. «Por fin puedo respirar tranquilo», dice. Al comenzar el día no quería creérselo. Sólo trece segundos le separaban de la gloria. Una diferencia que Froome amenazaba con intentar menguar en los esprints bonificados. 32 segundos de premio había. Pero Froome respetó la jornada de gloria del ganador. El maillot rojo se quedó donde estaba, descansando sobre las espaldas de Cobo, que ahora respira camino de su nueva vida, la de campeón. Una vida a la que renunció durante año y medio. «Ahora sé lo que me he perdido», admite. Porque Juanjo, en mayo, estuvo a punto de convertirse en un ex corredor. Quería dejarlo, abandonar la bici para siempre. Estaba deprimido. Así se pasó todo el año pasado en el Caisse d'Epargne. Y así se ha pasado media temporada 2011. Pero Matxin le convenció para seguir.
«Ésta es la recompensa», admite Cobo. Para él y para todo el equipo, que empezó la Vuelta torcido en la contrarreloj por equipos de Benidorm. El Geox fue penúltimo. Pero entonces Carlos Sastre y Denis Menchov todavía eran los candidatos al maillot que ha terminado siendo para Cobo. Y Denis y Carlos, junto a su inseparable David de la Fuente, se han convertido en sus mejores ayudas. Matxin agradeció a Sastre su escapada camino de Vitoria. Así impedía que Froome recogiera bonificaciones en los esprints. Menchov había hecho su labor camino del Angliru. Cobo ganó la etapa y Matxin pidió al ruso que esprintara por las bonificaciones a Froome. Atacó Poels y Menchov le dejó marchar. Quería ser tercero. «A 180 pulsaciones se dio cuenta de que si era segundo, Froome podía coger las bonificaciones por el tercer puesto. Por eso dejó que se fuera Poels y atacó para ser tercero», explica Matxin. De la Fuente perdió la etapa de La Farrapona porque su director le pidió que parara para ayudar a Cobo. Y paró. Sin un mal gesto. Sin un reproche. Tampoco en la habitación que comparte con el campeón desde siempre. «Sólo el año pasado nos separamos porque cada uno se fue por su lado», recuerda Cobo. David, además, intenta buscarle novia. Para que no pase tanto tiempo en casa dando vueltas a la cabeza.
Ahora Cobo promete ser otro. «Sé que puedo rendir al máximo nivel», asegura. Ha respondido cuando toda la presión descansaba sobre su espalda, como en Peña Cabarga. «Ahí nos quedamos un poco con el tembleque», admite De la Fuente. Pero siguió pedaleando con la cabeza alta pegado a la rueda de Froome, consciente de lo que tenía que hacer para ganar en Madrid.
Algunos de los que han trabajado con él tienen dudas de cómo responderá ahora el «Bisonte» ante la responsabilidad. «Es capaz de ganar la Vuelta y dejarlo en abril». Aunque esos mismos no le han notado muy cambiado en la semana que lleva cargando con el maillot rojo. «Sigue igual. Le da lo mismo pararse veinte minutos de pie con un amigo, aunque le estén esperando para cenar». Y sigue comiendo gominolas al acabar las etapas, el único capricho que le permiten sus auxiliares. Por eso siempre aparece masticando en las entrevistas. «Si está abajo, está muy abajo. Pero si está arriba, está muy arriba», reconoce Matxin. Y nunca ha estado más alto.
La última, para Sagan
Peter Sagan ganó el último paseo, una etapa tranquila hasta que los ciclistas fueron conscientes de que se acercaba el momento de regresar a casa. La escapada de Horrach, Benítez y Caruso sólo sirvió para evitar que Froome entrara en los esprints bonificados. Estaba condenada a morir por mucho que se empeñara Horrach en aguantar, aunque fuera en solitario. A nueve kilómetros de la llegada se acabó su aventura. Era la hora de los velocistas, la hora de Sagan, que ganó su tercera etapa en esta Vuelta. En el esprint, Petacchi estorbó a Bennati, que intentaba colarse por la derecha. Pero ninguno pudo con el eslovaco del Liquigas. En la llegada, además, Mollema le quitó el maillot verde.
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