Dinamarca
España el peor país para ser niño
El artículo 39.1 de la Constitución Española dice: «Los poderes públicos aseguran la protección social, económica y jurídica de la familia». Luego, en el apartado dos, subraya la «protección integral de los hijos» por parte del Estado y, en el cuatro, afirma que «los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos». Este artículo es violado diariamente en España, que se ha convertido con la crisis en uno de los peores países para ser menor del mundo desarrollado.
Nuestra nación está en el furgón de cola de la Organización para la Cooperación al Desarrollo Económico (OCDE) en lo que respecta a la situación de la infancia. Somos el segundo país con mayor tasa de pobreza entre los niños, el segundo con nivel más bajo de ejercicio físico infantil y el cuarto con mayor desigualdad sanitaria, un indicador que relaciona el ejercicio, las dolencias y la alimentación de los menores.
La triste situación que afrontan nuestros pequeños ha sido analizada por el informe «Los niños dejados atrás», realizado por el Centro de Investigaciones Innocenti, una entidad dependiente de Unicef con sede en la ciudad italiana de Florencia.
Falta de trabajo
Los datos con los que se ha elaborado el estudio corresponden al período entre 2006 y 2008, los primeros años de la crisis, por lo que la situación actual de los niños españoles, con un porcentaje cada vez mayor de sus padres en situación de desempleo, puede ser aún más difícil. «Puesto que la falta de trabajo es una de las principales causas de la pobreza, es probable que el bienestar material de los niños haya empeorado de forma significativa en algunos países desde 2008», advierte el informe.
El hecho de que los menores sufran la pobreza no es una consecuencia inevitable en un país desarrollado, aunque en crisis, como España, sino un fracaso de su Gobierno.
«Con una situación económica y unos problemas similares, hay naciones que consiguen que sus pequeños no se queden atrás, como Dinamarca, Finlandia, Suiza y Países Bajos, mientras que otros no lo logran, como Reino Unido, España, Italia o Grecia», advierte Peter Adamson, autor del estudio. «En tiempos duros para la economía hay Gobiernos que reducen las ayudas y hacen que los niños más pobres sean los que sufran el mayor peso de la crisis».
La falta de voluntad de las autoridades de nuestro país por hacer cumplir el artículo 39 de la Constitución queda de manifiesto al analizar cómo varía la tasa de pobreza infantil antes y después de la intervención del Estado con sus impuestos, subvenciones y ayudas.
En España el índice sólo baja dos décimas tras este proceso, una cifra ridícula e hiriente si se compara con otras naciones de la OCDE. Los niños húngaros, por ejemplo, tienen un índice inicial de pobreza diez puntos mayor al de los españoles, pero gracias a las ayudas estatales la cifra baja dieciocho enteros.
En España, sin embargo, quien nace pobre y en situación de exclusión seguirá así en la mayor parte de los casos durante el resto de su vida, ya que el Estado no hace casi nada para propiciar la movilidad social.
Baja productividad
Esta postura no es sólo criticable moralmente, también supone un error económico. «Dejar a los menores en situación de pobreza hace que se conviertan en adultos con poca educación y aspiraciones, con baja productividad y bajos salarios.
Tienen más riesgo de paro y de tener problemas con la justicia, el alcohol y las drogas. Son situaciones que no sólo pagará el individuo, también los sufrirá la economía y la sociedad de su país», explica Adamson.
En su opinión, muchos Gobiernos hacen oídos sordos a estas advertencias y obligan a sus ciudadanos «a pagar un alto precio», tanto en el presente, con el sufrimiento de los menores, como en el futuro, cuando estos niños se conviertan en adultos.
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