Londres
Huele a podrido por Julián García Candau
En la Federación Española de Natación huele a podrido más que en Dinamarca. No era lógico que Anna Tarrés, seleccionadora de natación sincronizada, tras los múltiples éxitos acumulados y después de haber ganado medallas olímpicas en Londres, casi inmediatamente después del regreso se anunciara que no se le iba a renovar el contrato. Fue sorprendente que a una mujer triunfadora se le diera la boleta.
Anna fue protagonista en Londres. Salió en múltiples fotografías. Cobró más protagonismo que el presidente Fernando Carpena. No era concebible que se rompiera la relación de manera tan inopinada. Si había antecedentes que obraban en contra de Anna, lo sensato habría sido denunciarlo con antelación y no cuando ha vuelto a demostrar que su sistema produce triunfos. La famosa carta firmada por muchachas que ni siquiera han pertenecido al equipo nacional y algunas que fueron desechadas por falta de condición se está volviendo contra el propio presidente, de quien se comienza a sospechar que puede haber tenido que ver en la misma. No es descabellado pensar que tras la decisión de no contar con Anna y a la vista de numerosos comentarios lamentando el hecho, se haya intentado crear justificación por medio de muchachas a quienes nadie ha echado de menos en los últimos acontecimientos internacionales. A los seleccionadores se les destituye cuando los resultados no acompañan. En este caso se ha dado lo contrario. Las grandes figuras están a su lado. La dureza de sus entrenamientos no es argumento sustantivo. Algo huele a podrido en Dinamarca.
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