Champions League

Barcelona

Ambientazo de «Champions»

Los jugadores saltaron al campo a las nueve menos cuarto de la noche, pero el partido empezó antes de las seis de la tarde en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu, concretamente en la calle Rafael Salgado.

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Los aficionados del Real Madrid en una acera y los del Barcelona en la de enfrente comenzaron a cantar para animar a su equipo y amedrentar al contrario. Mientras los culés gritaban frases como «no os preocupéis, sólo fueron seis» o «Madrid se quema, se quema Madrid», los blancos cantaban «campeones, campeones» o el himno de su club.

Aunque en un primer momento el ambiente era más festivo que agresivo, algunos madridistas se tomaron como una provocación los cánticos del contrario, sobre todo porque jugaban en campo «enemigo». Al final todo se quedó en un aumento de tensión. «El martes –el partido de vuelta en el Camp Nou– vamos a tomar sus bares», decían los madrileños.

Terrazas abarrotadas
«Mientras el enfrentamiento sea sano, no pasa nada», explicaba José Manuel, uno de los más de trescientos socios culés que vinieron desde Barcelona a ver el partido. Viajaron en autobús durante casi ocho horas y, para hacer tiempo hasta que abrieron las puertas del estadio, decidieron sentarse en las terrazas cercanas al campo, que no daban abasto gracias al buen tiempo de la tarde. «Lo que más piden es cerveza, aunque según ha ido avanzando la tarde también ha caído algún whisky que otro», explicaba un camarero de Padre Damián.

Al mismo tiempo pero al otro lado del Bernabéu, la calle Marceliano Santa María se convertía en el «bastión» del madridismo. Cientos de seguidores del equipo blanco comenzaban a «calentar» el ambiente: «Aquí uno del Barça lo tendría muy difícil. Hay muchos ultras y podría ser peligroso, pero también hay gente normal», declaraba José Manuel, de 31 años. Aficionados de ambos equipos se hacían fotos, compraban banderas y bufandas y disfrutaban de las horas previas al partido sin que se produjese ningún altercado.

La Policía intervino por primera vez sobre las siete de la tarde para despejar la zona por donde tenía que pasar el autobús con los jugadores del Barcelona. Un autocar que, desde que fue visto por el Paseo de la Castellana, sólo recibió pitos y gritos de los seguidores blancos que tenían tomada la zona. Sin embargo, en términos generales, los 1.700 agentes de seguridad desplegados en la zona apenas tuvieron que intervenir.

Pasillo al ganador
Muy diferente fue la llegada de los blancos. Un auténtico pasillo de centenares de personas recibió al vehículo con banderas, bufandas y «merchandising» blanco desde Concha Espina hasta la entrada al estadio por la calle Padre Damián. Otro de los grandes atractivos fue la llegada de las personalidades al Palco de Honor. La gente se agolpó en las vallas para ver a periodistas como Luis María Ansón y Gloria Lomana; políticos como José Bono, María Dolores de Cospedal, Maru Menéndez y José María Aznar; deportistas como Rafa Nadal, y cantantes como José Mercé y Carlos Baute, que no quisieron perderse el tercer clásico de final de temporada.

Minutos antes de las nueve menos cuarto, los alrededores del Bernabéu se transformaron. La gran masa entró en el campo y el resto en los bares de la zona. Durante todo el partido se pudieron escuchar desde la calle los gritos de ánimo de los madridistas que se apagaron con el resultado de 0-2. Las opiniones de los aficionados eran radicalmente opuestas. Los seguidores del Barcelona estaban de acuerdo con la decisión arbitral: «Ya era hora de que se hiciera justicia después de la forma en que nos robaron la Copa del Rey», afirmaba un culé.

Sin embargo los madridistas no pensaban igual y recriminaron la actuación del colegiado: «Lo único que pedimos es que alguna vez nos dejen jugar un once contra once en un partido contra el Bar-ça». En lo que sí coincidieron fue en el buen comportamiento de ambas aficiones. Según el personal de seguridad, no hubo ninguna pelea importante y la salida del Bernabéu se realizó de una forma rápida y sin problemas.

Los efectivos del SAMUR tampoco tuvieron que atender casos graves, tan sólo nueve incidencias leves. Ayer la Cibeles se quedó sola, pero falta el partido de vuelta del martes. Los aficionados del Real Madrid confían en el resultado. Todo es posible.

Un amor dividido por los colores
Víctor y Lorena son novios. Vinieron desde Ciudad Real para ver el partido. Durante cuatro años de relación han podido solucionar muchas de sus diferencias. Menos una. Él es del Real Madrid y ella del Barcelona. Aunque intentan que no les afecten demasiado los resultados, siempre hay uno que se enfada. Después de la victoria del Madrid en la Copa del Rey, ayer le tocó ceder a Víctor y tuvo que ver el partido en fondo norte con los seguidores del Barça gritándole al oído. Visto el resultado del encuentro, seguro que el viaje de vuelta no fue precisamente alegre y Víctor tendrá ganas de revancha. Habrá que ver lo que pasa en el partido de vuelta en el Camp Nou.