Murcia

OPINIÓN: Quiero ver a Dios

La Razón
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Si es verdad que existe ¿dónde está Dios? ¡Quiero verlo! Por más que lo busco no lo encuentro». No es tan extraño este razonamiento, de un lado es súplica en quien busca sinceramente, de otro es lamento en quien ha visto debilitada su fe.
Cuenta un relato de los monjes del desierto que una vez un joven novicio creyó que si llegaba a la cumbre de la montaña antes que el sol se ocultara lograría ver a Dios. Animado por esta idea salió del monasterio muy de mañana con el fin de llegar cuanto antes a la cima. Cuando ya había realizado la mitad del camino encontró un montañero tirado en el suelo que estaba pidiendo auxilio; el hombre había sufrido un accidente y tenía fracturada la pierna. El monje se acercó a él y le dijo que primero iría a ver a Dios y después le socorrería. Llegó al tramo final de la cumbre de la montaña a punto del ocaso del sol, pero por más que miraba no pudo ver a Dios. Bajó con presteza a socorrer al montañero malherido, pero… ya no estaba. Concluye el relato: «si hubiera socorrido con amor y premura al necesitado, hubiera visto a Dios, porque Dios es Amor y sólo se manifiesta a quien ama». La decepción del novicio fue grande, pero la enseñanza hizo de él un monje gozoso de vivir por amor y para amar.
La parábola del Buen Samaritano o la escena del Juicio final que describe Mateo van en la misma línea: Jesús se identifica con el más débil, malherido y necesitado, y… quien ve a Jesús ve a Dios. Así pues, quien realmente sienta el deseo de ver a Dios no tiene otro camino posible que no sea el del amor al hermano.
«Queremos ver a Jesús» (Jn 12, 21) es la petición que algunos griegos, llegados a Jerusalén para la peregrinación pascual, presentan al apóstol Felipe. Como ellos hace dos mil años, también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre de modo consciente, nos piden a los creyentes no sólo que «hablemos» de Jesús, sino que también «hagamos ver» a Jesús, que hagamos resplandecer el rostro del Redentor en todo lugar para las generaciones del nuevo milenio, especialmente, ante los jóvenes. Estos deben percibir que los cristianos llevamos la palabra de Cristo porque él es la Verdad, porque hemos encontrado en él el sentido y la verdad para nuestra vida, y porque él es el Camino de la auténtica felicidad, la ruta segura que conduce a la Vida.
¡Queremos ver a Jesús! Es el lema escogido este año para el día del Domund. misión es de Dios, la fuerza es de Dios, el fruto es de Dios... instrumentos somos nosotros, humildes y pobres servidores, que hemos experimentado haber sido salvados y amados por Él.Todos, y no sólo los misioneros y misioneras por los que hoy oramos y ayudamos económicamente. ¿Quién puede decir que no está llamado a hacer de su vida un «anuncio gozoso del amor de Dios»?. ¡No te quedes en paro! ¡Buena misión!


Luis Emilio PASCUAL. Capellán de la UCAM