Ciencia y Tecnología
La insolvencia digital
La publicación del último informe Pisa ha puesto de relieve que los jóvenes españoles no saben utilizar internet, a resultas de su dificultad para leer los contenidos que diariamente manejan y de la consiguiente ausencia de criterios que demuestran a la hora de discriminarlos. Si una de las principales rémoras de la educación española –no terminada de resolver en décadas marcadas por la sucesión de diferentes modelos educativos- ha sido las bajas tasas de lectura que identifican el «desapego cultural» de la población autóctona, ahora, en plenitud de desarrollo de los entornos digitales, llama poderosamente la atención que el problema vuelve a repetirse. Y esto, se mire desde el punto de vista que se quiere, evidencia que el problema no radica en la naturaleza del soporte seleccionado, sino en una cuestión competencial: los jóvenes españoles siguen sin tener el bagaje suficiente como para establecer criterios de selección que permitan su desenvolvimiento exitoso en un contexto presidido por la máxima exigencia interpretativa. Con todo ello, una de las principales conclusiones que cabe establecer de los resultados arrojados por este informe desborda el perímetro de las consideraciones realizadas hasta el momento. Desde hace años, la teoría cultural y política de raigambre más activista defiende con fervor las posibilidades dispensadas por internet como un espacio libre de «elienaciones», y desde el que gestar procesos críticos de profundo calado. A simple vista, nada hay que objetar a este a priori, fundamentado en tantos y tantos ejemplos relacionados con el cambio de paradigma de consumo que preside esta primera década del siglo XXI. El problema es que resulta muy difícil casar la incapacidad de los usuarios para valorar en su justa medida los contenidos que manejar con el surgimiento de un espíritu crítico que, desde luego, requiere de rigor y capacidad de matización. Formulado en otros términos: ¿cómo internet se va a convertir en el germen de las nuevas revoluciones si aquéllos que conforman su «población nativa» no poseen las competencias suficientes para entender lo que están leyendo? El sinsentido y la paradoja que subyacen en esta interrogante es tal, que obliga necesariamente a poner entre paréntesis toda experiencia que provenga desde cualquier tipo de región digital. Por lo menos mientras el nivel competencial de sus usuarios no mejore ostensiblemente.
Pedro Alberto Cruz Sánchez
Consejero de Cultura y Turismo
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