Kiev
Una victoria en metálico y con campaña de imagen
Un triunfo de España hoy ante Italia podría tener un impacto del 0,7% del PIB en nuestra economía
La atención mediática del país se centra hoy en Kiev, donde la Selección española se juega, ante Italia, la conquista de la Eurocopa, una competición que mueve masas, pero también dinero y sentimientos, una mezcla tan fructífera como interesante y nada desdeñable, con efectos económicos evidentes y otros no tan típicos, pero al menos curiosos. Frente al abordaje emotivo y apasionado, bucear en el poder del fútbol de una manera reflexiva no es tarea fácil, y más teniendo como objetivo reseñar de manera simplificada el impacto de una competición de esta magnitud; y sin embargo podemos dar un salto por algunas cifras que nos ofrecen una aproximación diferente al fútbol.
Una de las más reseñables e inmediatas es el impacto en el crecimiento de las economías de los países organizadores, en esta edición Polonia y Ucrania, estimado a partir de los informes al respecto de Deloitte, Sverrir Sverrisson y Saxo Bank, en un incremento próximo al 2% del PIB de los anfitriones, derivado principalmente de la realización y mejora de infraestructuras, principalmente construcción y acondicionamiento de estadios, así como la mejora de infraestructuras viarias, ferroviarias y de capacidad hotelera para acoger la competición. Los 37.000 millones de euros de inversión superan el importe del primer rescate a Grecia. Un ejercicio de acicalamiento y orgullo nacional para estos dos países que deja a su vez un legado que mejora las principales infraestructuras del país y les beneficia a largo plazo.
Con el telón de fondo de los partidos de la Eurocopa hemos podido también analizar las asociaciones psicoemotivas relacionadas con el consumo y el modo en el que una victoria o derrota en la competición pueden despertar ciertos sentimientos o estados de ánimo que potencian dicho consumo, y encontramos que para el país que se haga con la victoria, esperemos que España, podría haber un impacto positivo sobre su PIB del 0,7% (unos 7.450 millones de euros), mientras que para aquel que pierda la final y sufra la decepción de la derrota, el coste económico podría llegar a ser del 0,3% de su PIB. Con estas cifras parece merecer la pena el esfuerzo de hacerse con el puesto de campeón, y algunos países han ofrecido elevados incentivos a sus internacionales: cada jugador español se llevará 300.000 euros si la Selección gana esta noche. Los franceses tenían una prima de 320.000 euros si conseguían el mismo objetivo. Cuestión de Estado.
Al mismo tiempo que el fenómeno nos regala a los espectadores momentos emocionantes, la UEFA logrará transformar la rivalidad deportiva en 1.300 millones de euros en ingresos comerciales (derechos televisivos, publicidad y marketing), una cifra que supera los registros de la pasada edición, que por primera vez en la historia de la competición sobrepasaba los mil millones de euros.
Son en definitiva cifras sencillas y sin muchas pretensiones que reflejan una realidad económica y, sobre todo, una realidad emocional, porque aunque no es que el balompié sea el protagonista de nuestro próximo futuro económico, puede hacernos olvidar momentáneamente la prima de riesgo y quizás representar un buen bálsamo para la crisis, al menos de espíritu de los hinchas más apasionados.
Del mismo modo que grandes dosis de sencillez, sentido común y talento han convertido a España en el favorito para ganar hoy de nuevo la Eurocopa, con la combinación adecuada de conocimiento, experiencia, transparencia, honestidad, preocupación y empatía podemos lograr una percepción internacional reconocible y respetable de la marca España, que se ha vuelto fundamental para apoyar los intereses españoles en la liga de las relaciones económicas. Que España sea reconocida fuera de nuestras fronteras transmitiendo ideas positivas y de calidad es primordial para nuestra economía y credibilidad; que la famosa prima de riesgo vuelva a la normalidad es también cuestión de que nuestros líderes, representantes del Gobierno y medios de comunicación sean conscientes de esta situación y piensen que nuestra imagen es una cuestión de Estado ante la que hay que ponerse de acuerdo en ofrecer posturas comunes, de consenso y acuerdo, para asociar confianza y credibilidad a la marca España, algo imprescindible en un momento en el que la desconfianza en las instituciones atraviesa uno de sus puntos álgidos. Porque la confianza se convierte en credibilidad cuando es compartida por todos sin ser dañada en un periodo de tiempo considerable, e inevitablemente cuando hablamos de riesgos, y el crecimiento económico tal y como lo conocemos se construye sobre la asunción de riesgos, la credibilidad de los ciudadanos e inversores en la marca del país afecta a toda la economía y se gana, principalmente, a través de la honestidad y el buen hacer, facilitando información veraz y dando respuesta rápida a las dificultades.
Javier Flores
Responsable de Estudios y Análisis de Asinver
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