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Esto parece Hollywood

EE UU llama a nuestros directores y actores y el «terror» nacional se dispara 

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Toda una generación de actores españoles debe agradecer a Antonio Banderas que les despejara el camino que directamente conducía hacia la alfombra roja de Hollywood. Ser latino en la Meca del Cine significaba, hasta hace poco, interpretar papeles episódicos, marcados por el acento, menores, en ocasiones.

El malagueño lo sabía, pero supo esperar a que llegara el momento y acabó por adquirir la condición de estrella. Su insistencia ha posibilitado que otros latinos, entre ellos algunos compatriotas, con menos tiempo de espera, hayan sabido labrarse una carrera internacional aún más sólida en títulos que este pionero. Los ejemplos más sobresalientes son Javier Bardem, que ha estado a sueldo de grandes nombres como Woody Allen, Milos Forman o los hermanos Coen. El otro nombre que hay que destacar es el de su esposa, Penélope Cruz, que primero impactó por su belleza y luego ha escalado hasta papeles de mayor calado. Ambos coronaron estas incursiones con un Oscar. El primero por «No es país para viejos» y la segunda por «Vicky Cristina Barcelona.

Agradecimientos medidos


No fue la única vez en esta década que se agradeció con alguna frase en castellano a los señores académicos. Sin ir más lejos Pedro Almodóvar, que el 23 de marzo de 2003 estuvo a punto de hacer historia, pues estaba nominado a mejor director y guión por una película en castellano, «Hable con ella», aunque sólo se trajo a España el segundo. Eso sí, lo hizo en un mejor inglés y de manera mucho más abreviada que en 2000, al recibir su primera estatuilla dorada por «Todo sobre mi madre», como mejor película en lengua no inglesa. Quiso enumerar todos los santos a los que habían rezado sus hermanas para que lo lograse.

En 2004, Alejandro Amenábar tomó su testigo y lució smoking para recoger el Oscar para «Mar adentro», curiosamente, protagonizada por Javier Bardem. Ningún realizador nacional más se coló entre los nominados, pero este año una coproducción española, «El secreto de sus ojos», dirigida por Juan José Campanella, obligó a Hollywood hablar de nuevo castellano.

No es de extrañar que en los próximos años este número se multiplique, aunque, se da casi por seguro que no serán producciones europeas, pues la nómina de directores españoles fichados por los grandes estudios norteamericanos es ya importante. Esto se debe, sobre todo, a la buena acogida que han tenido los productos de terror «made in Spain» durante la última década. Véase por ejemplo los famosos casos de «El orfanato», ópera prima de Juan Antonio Bayona, y «Rec», de Jaume Balagueró y Paco Plaza, una de las películas españolas con mayor recaudación internacional y que además no sólo tiene una secuela, sino que contará con tercera y cuarta parte.

Absorber el talento
La cantera que España tiene en este género le ha valido el pasaporte al propio Bayona, que ya ha puesto a sus órdenes a Ewan McGregor y Naomi Watts para revivir el tsunami de 2004 en «The Impossible». Juan Carlos Fresnadillo, cuyo debut con «Impacto» encandiló a la crítica, rodó en Estados Unidos «28 semanas después» y ya tiene prácticamente lista su nueva cinta, «Intruders», con Clive Owen como protagonista. Rodrigo Cortés, que este año estrenó la multipremiada «Buried» («Enterrado»), sueña cada noche con que empieza el rodaje de «Red Lights», en la que tendrá a sus órdenes al mismísimo Robert de Niro. Jaume Collet-Serra ya es un veterano en inglés, gracias a «La casa de cera» y «La huérfana». Quizá por eso los estudios le hayan regalado una cita con Liam Neeson en «Unknown». Nacho Vigalondo aspira a dirigir «Gangland», producida por Steven Spielberg, y Alex y David Pastor («Infectados»), ultiman los preparativos de «Strange But True». Aunque no todo es celebración, Román Gubern, uno de los mayores especialistas de cine en nuestro país, opina que «los estudios se apropian del patrimonio cultural español para asimilarlo como propio. Además, tradicionalmente han absorbido el talento de todo el mundo, como ocurrió en Alemania en los años 20. Desde luego, aporta prestigio a nuestro cine, pero la mayor rentabilidad es para Hollywood, no para España».