Londres

Escocia votará la secesión con los sondeos en contra

Cameron y Salmond firman el acuerdo para celebrar un referéndum en 2014

Salmond, durante su reunión ayer en Edimburgo.
Salmond, durante su reunión ayer en Edimburgo.larazon

LONDRES- Se dieron la mano, sonrieron ante las cámaras y se mostraron satisfechos por cómo habían salido las cosas después de dos años de duras negociaciones. Pero, a pesar de las formas, tanto David Cameron como Alex Salmond eran conscientes de que ayer comenzó una batalla. Una ardua y larga contienda de la que sólo uno podrá salir victorioso.
El líder «tory» no quiere pasar a la historia como el último primer ministro de un Reino Unido de cuatro naciones. El escocés tampoco quiere ser recordado como aquel líder separatista que nunca consiguió su sueño. Pero tanto el uno como el otro saben que una de las dos situaciones se hará realidad en 2014, cuando los escoceses están llamados a contestar una, y sólo una, pregunta histórica sobre sus relaciones con Londres. Finalmente el «premier» ha conseguido que sea una cuestión directa y clara y no dos ambiguas como proponía la otra parte.

Ambos dirigentes políticos sellaron ayer un acuerdo para comenzar a organizar el plebiscito. A pesar de que el Partido Nacionalista Escocés (SNP) goza de mayoría en el Parlamento de Edimburgo, era el Gobierno central quien tenía que dar su aprobación para transferir los poderes de Westminster a Holyrood.

Y a Cameron le ha costado meses dar la luz verde. Primero, porque el líder «tory» siempre ha defendido la unidad del país. Segundo, porque es consciente de que el paso que se va a dar no sólo afectará a los escoceses, sino al resto de los ciudadanos. Ante una más que «improbable» independencia, los británicos tendrían que hacer frente a cuestiones como impuestos, ubicación de las bases militares e incluso el futuro de la cadena BBC.

Lo de «improbable» es un término que cada vez se escucha más cuando se discute con los analistas. Salmond está convencido de que cuenta con muchas posibilidades, animado por la mayoría que consiguió en los comicios «autonómicos» del año pasado. Pero lo que no ve, o mejor dicho no quiere ver, es que gran parte de los votos fueron gracias al descontento que sentía el pueblo con los laboristas y no a un ansia de independencia. Tal y como reflejan los sondeos, gran parte de los votantes del SNP está en contra del separatismo. Es más, de celebrarse hoy el referéndum, tan sólo el 28% de los escoceses apoyaría el objetivo del líder nacionalista.

Esto es algo que Cameron tiene muy presente. El primer ministro dijo ayer que respetaría el resultado de la consulta, consciente de que si gana no tendrá que volver a preocuparse por las amenazas nacionalistas. Y también recalcó que tomaría parte muy activa en la campaña unionista. Es más, ya ha empezado a actuar para demostrar que juntos hay más beneficios que por separado. El pasado domingo, con el claro propósito de «britanizar» las aulas, anunció un nuevo plan de estudios para que los alumnos tengan que aprender 200 fechas y personajes clave de la historia del país, incluyendo a Winstor Churchill.

Y ayer, antes de reunirse con Salmond, Cameron aprovechó su visita a Edimburgo para ver las obras del portaaviones «HMS Queen Elizabeth», el mayor buque de guerra jamás ordenado por la Royal Navy. El mensaje subliminal estaba bien claro: una Escocia independiente perdería miles de millones de libras de los contratos de defensa.