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Un perro un hogar por Paloma PEDRERO
Hasta el veintiuno por ciento también el IVA al pago del veterinario. Qué mala idea. Un animalito en casa no es un lujo para la mayoría de las personas que lo tienen. Un perro hace hogar. Yo tengo una y puedo asegurarlo. Me hice con ella porque mi hija lo necesitaba. Mi Candela desde antes de hablar ya pedía un perro, grande a poder ser. Los primeros años no pude dárselo, demasiado tenía con el trabajo, la casa y a ella, que era de armas tomar. Pero después, cuando Candela ya empezaba a comprender el mundo, y las circunstancias nos los permitieron, fuimos a por Japi, una hembrita de tres kilos, hermosísima por dentro y por fuera. Japi es gris, peluda, proporcionada, con unos inmensos ojos negros como la trufa de su nariz. Es buena, leal, simpática, y no ladra. Fue la primera que vimos, ¡y vaya suerte!
Es además una alegría en la calle. Despierta una sonrisa en casi todo el mundo. Y cuando va con su pelota naranja grande en la boca ya no hay quien no haga un gesto o un comentario amable. Japi da alegría a la gente. En el parque tira la pelota a los pies de viejitos o enfermos, de bebés en carrito o sintecho; de gente simpática o malhumorada. Japi da alegría al mundo, y mi hija y yo tenemos la suerte de disfrutarlo. En casa no es para menos. Siempre pendiente, siempre queriendo jugar, siempre adaptándose a lo que necesitemos de ella. Si dormimos duerme, si nos levantamos se levanta, si comemos se sienta a nuestro lado, a pedir, claro. Un perro da calorcito y compañía y contento. Y amor incondicional, lo que más necesitamos en la vida. Y, como ser vivo que es, necesita mucho también. Cariño, atención, juegos… Y, cuando enferman, veterinarios que los curen. Ya eran caros los veterinarios pero ahora, con esa subida absurda, lo serán mucho más. Y la gente se pensará mucho adoptar un perro. Y ese IVA idiota quitará el amor de un animalito en casa. Irá contra el hogar.
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