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OPINIÓN: Algo debe cambiar por Enrique Jaureguízar

La Razón
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Ayer España gritaba de nuevo ¡SÍ A LA VIDA! y denunciaba de forma implacable con más de 160.000 personas sólo en Madrid la falta de ayuda a la mujer y la barbarie que supone el aborto. Más de 50 asociaciones provida convocantes, más de 70 actos simultáneos en toda España, y más de 300 adhesiones de todo tipo de asociaciones. La desastrosa «ley Aído», aún más permisiva y macabra que la anterior, permitirá un mayor número de abortos si cabe que los años pasados. Si con la ley anterior ilegalmente abortaba quien quería, con esta ley «legalmente» acabará abortando hasta quien no quiera.

Es bien conocida la presión que somete la sociedad, el trabajo, la familia o la pareja para que aborte la mujer en contra de su voluntad. De ahí el nombre de interrupción «voluntaria» del embarazo. Pero lo más grave de la nueva ley es el cambio drástico del concepto. Es la primera vez en la historia que un delito, pasa a convertirse en un «derecho», mediante la decisión de unos pocos. Bueno, no es la primera vez, Hitler ya lo hizo. «Lo más grave, desde el punto moral, que ha acontecido en el siglo XX es la aceptación social del aborto provocado», afirmó el filósofo y sociólogo Julián Marías. El genocidio abortista ha acabado con más vidas que todas las guerras juntas. Su magnitud es incluso mayor que el genocidio nazi.