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Carlos París: «La tertulia pierde mucho sin tabaco»

Profesión: catedrático emérito de Filosofía, escritor. Nació: en 1925, en Bilbao.Por qué está aquí: ha sido reelegido presidente del Ateneo de Madrid.

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–Presidente del Ateneo de Madrid. ¿Le hubiera gustado ser presidente del Gobierno?
–No. En todo caso, consejero. No tengo voluntad de poder.

–¿El Ateneo, hoy, es un vestigio del pasado, un daguerrotipo?
–Queremos evitarlo. Deseamos que afronte los problemas de hoy con rigor y libertad.

–¿Qué hace para quitarle telarañas?
–Llenarlo de temas de actualidad, de vida. Y se ha conseguido un espíritu de unidad entre los socios.

–Eso sí que es difícil en este país...
–Sí. En España, cuando no tenemos enemigo exterior, peleamos entre nosotros. La envidia hispánica sigue funcionando. La envidia nos arruina.

–Parece que ahora la agitación está en la TV, en internet...
–Sobre todo en internet. En los debates televisivos todos parecen estar de acuerdo, más o menos. En el fondo parecen todos de la misma idea.

–Esos medios han acabado, dicen, con ateneos y tertulias. No hay tiempo para nada.
–En el Ateneo de Madrid tenemos 30 tertulias sobre diversos temas: feminismo, república, 15-M...

–Ya, pero son tertulias sin café ni tabaco...
–Sí, y la verdad es que pierden mucho sin tabaco ni café.

–No tienen muchos socios jóvenes. Afirma que la juventud está perdida.
–Desorientada, alienada, domesticada. Asistimos a la domesticación de las masas.

–Tampoco hay muchas ateneístas. ¿Es algo machista el Ateneo?
–Quizá lo sea por un poso de tradición. Convendría una presidenta.

–¿Belén Esteban sería una buena ateneísta?
–No la conozco. Sé que sale mucho en la televisión, nada más.

–Los «indignados». Primero hay que indignarse con uno mismo. ¿Lo está?
–No. Quizá sea demasiado narcisista, pero estoy bastante satisfecho de mí mismo. Parecerá una chulería, pero no me arrepiento de nada.

–¿Le afectan las profecías apocalípticas?
–No. Creo que son una indignante mentira, un juego siniestro de las agencias de rating.

–Es filósofo. ¿Tienen razón los españoles para ser tan pesimistas?
–La situación actual obliga a serlo. Pero no se puede llegar a los 86 años sin ser optimista y sin nadar. Soy optimista a largo plazo.

–Yo me hice pesimista en cómodos plazos.