África

Estrecho de Gibraltar

Un proyecto para modernizar Melilla

Las autoridades luchan por sacar adelante la ampliación del puerto de la ciudad; 60 hectáreas ganadas al mar para competir en el tráfico transoceánico de mercancias y ganar espacios verdes en el centro urbano 

Un proyecto para modernizar Melilla
Un proyecto para modernizar Melillalarazon

Melilla lleva desde 2004 defendiendo el plan de ampliación del puerto. Su situación privilegiada es la columna vertebral para convertirse en la estrella del tráfico mundial de contenedores y compartir triunvirato con Suez y Panamá; hacer desaparecer de un plumazo la mitad del desempleo de la ciudad, amén de liberar terreno para desarrollos urbanos en su casco histórico.


En sus desventajas reside su necesidad. El desarme arancelario entre Marruecos y la UE, sus siete kilómetros de costa, su falta de suelo libre (con sus escasos 12 kilómetros cuadrados dedicados en muchos casos a cuarteles militares) y la existencia en su centro histórico de estructuras industriales poco fotogénicas, son algunas de las imposiciones sobre las que descansa este modelo de crecimiento económico. «El primer planteamiento es trasladar las industrias a la zona portuaria. La planta diésel de la ciudad es un problema medioambiental y de seguridad. Para esa área hay bastante desarrollo urbanístico previsto, con zonas verdes», explica José Luis Almazán, director del Puerto de Melilla.


Su ventaja es su ubicación. Desde el Estrecho de Gibraltar podría servir a los mercados del Mediterráneo occidental, norte y centro de África y norte de Europa. La estimación de la consultora Arup es que en esta zona tiene lugar entre un 10 y un 12 por ciento del tráfico mundial en contenedores. Otras peculiaridades económicas de yo la reducción hasta la mitad de los impuestos sobre beneficios. El proyecto incluye una terminal de transbordo de contenedores de un kilómetro de línea de atraque y 18 metros de calado. La idea es que se desarrolle en tres fases, aunque suponen unas 50 hectáreas robadas al mar, gracias a la construcción de un dique de abrigo, con capacidad para 1,75 millones de contenedores. Su capacidad máxima sería de 2,5 millones de contenedores, aunque el Plan Director se sustenta en una zona dedicada a la actividad industrial y un espacio acondicionado para trasladar la planta eléctrica.
Para Alberto Camarero, responsable del Plan Director, «la base es orientar la actividad hacia el transbordo, no hacia la importación y exportación, y para dar atractivo a este proyecto, se proponían estas zonas complementarias».

Público-privado
La construcción no duraría más de tres años y la Autoridad Portuaria de Melilla baraja la hipótesis de empezar las obras en 2012, a la espera de un cambio de Gobierno. El vecino Marruecos ha comenzado una ampliación de características similares en la vecina Nador. Sin embargo, desde la Autoridad ven diferencia entre mercancías que tengan en Marruecos su destino final, sector en el que el país vecino tendría ventaja y los transbordos (un 70 por ciento de los contenedores en circulación por el Estrecho) para los que Melilla puede ser una alternativa gracias al paraguas de la UE. «El objetivo son navieras con grandes rutas (Asia-Europa-América), que necesitan puntos de confluencia donde cambiar la carga», dice Almazán. Las inversiones serían para la I y II fase, unas 50 hectáreas, en torno a los 210 millones de euros. Una tercera fase aumentaría la cifra hasta los 345 millones de euros. La Autoridad Portuaria cree ver motivos políticos en el parón administrativo del proyecto de Madrid; los económicos no son excusa, dicen, ya que la inversión privada coparía hasta el 66 por ciento del gasto y contaría con la participación del Banco Europeo de Inversiones).
El Estado no gastaría más que el equivalente a «ocho kilómetros de AVE», matiza Arturo Esteban, presidente de la Autoridad Portuaria de Melilla. «No veo sensibilidad y motivos económicos no hay. El silencio ante la demanda es frustrante». Según sus estudios, en los últimos 30 años la inversión estatal por habitante en Melilla es «la mitad que en cualquier otra parte de la Península». Sus habitantes están rodeados casi por completo por Marruecos, con el que las relaciones no son siempre fáciles. Sin embargo, desde la Autoridad no creen que pueda acarrear problemas con el país vecino, «son aguas soberanas españolas», explica Esteban.