Nueva York
PhotoEspaña El disparo ultrarrápido
La Fundación BBVA exhibe en PhotoEspaña la obra de Harold Edgerton: instantes mágicos y movimientos efímeros captados con avances científicos
¿Qué pasa una millonésima de segundo después de que algo ocurra? ¿Y un instante antes? Harold Edgerton encontró una respuesta poética cuando buscaba razones científicas: imágenes que vibran, «arquitecturas de lo invisible», según las define José Gómez Isla, uno de los comisarios de la exposición que acoge la Fundación BBVA en el marco de Photoespaña. La obsesión de Edgerton, que trabajó durante décadas como ingeniero eléctrico para el MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets), era ver, al fin, lo invisible, y acabó atrapando el instante, deteniendo el tiempo en composiciones. Y convirtió su investigación en obsesión por capturar la «geometría perfecta» de los momentos efímeros: balas atravesando naipes o frutas, explosiones nucleares, gimnastas girando en el aire de una habitación a oscuras, globos que han estallado, o casi. Para ello, entre muchas otras patentes, inventó el flash estroboscópico capaz de hacer hasta 6.000 fotografías por segundo. Edgerton fue el primero en detener las alas de un colibrí.«Espectáculo de la muerte»La perseverancia de Edgerton, un fotógrafo con aliento de científico, le empujó a repetir hasta el hartazgo la misma composición, buscando la forma perfecta, incluso durante décadas. Terminó admitiendo al final de su vida «que no lo había logrado», pero en la muestra, una de las más ambiciosas nunca organizadas fuera de EE UU, se cuentan sus hallazgos, buscados o no, con números: explosiones nucleares capturadas desde varios kilómetros retratan el «sublime espectáculo de la muerte», según Gómez Isla, que empieza con una enorme burbuja de aire y, a su alrededor, cactus vivos a punto de dejar de serlo. Cristales perforados que todavía conservarán su forma un suspiro antes de desmoronarse. Bombillas atravesadas que todavía no han saltado por los aires en pedazos. Secuencias de globos ensartados por un proyectil que durante una millonésima de segundo más seguirán siendo globos. En su investigación Edgerton ideó un sistema para que el disparador de la cámara se accionase ante el sonido de una detonación y capturase una bala empujada a 10.000 kilómetros por hora y el aire que desplaza cuando atraviesa la llama de una vela.¿Quién no se ha quedado mirando una rueda girar, o una moneda lanzada al aire con el pulgar? Edgerton dedicó 25 años de su vida al espectáculo de una gota de leche. Repitió la fotografía mil veces hasta que la corona de porcelana de doce milímetros de la izquierda fuese perfecta. «El arte puede hablar del ser humano», dijo para referirse al contenido de sus fotografías: la acción-reacción de dos objetos, la pérdida de la forma cuando éstos chocan hasta que vuelven a recuperarla, como le pasa a los hombres. Su obra fue la primera exposición de fotografía que se exhibió en el Museum of Modern Art (MOMA) de Nueva York, y a pesar de todo él nunca se consideró un artista. «Sólo buscaba respuestas y las encontró a través del ensayo-error, como todo el mundo», sostiene Gómez Isla.
Momentos de lo inestableEl tiempo tiene otra medida fuera del laboratorio de Edgerton. Es lo que demuestra otra de las exposiciones de PhotoEspaña, que organiza la Fundación Banco Santander en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, que suma imágenes que plasman lo azaroso de los acontecimientos, lo inestable, contingente. Como la alteración de escenas del baloncesto NBA de Paul Pfeiffer, los objetos cotidianos fuera de contexto de Erwin Wurm, y la serie «Ya no, todavía no», de Iñaki Bonillas, que buscan el atardecer o puede que el amanecer. Las poéticas pantallas de cine en blanco de Hiroshi Sugimoto o las ventanas de Michael Snow completan las 200 piezas que se exhiben hasta el 25 de julio.
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