Historia

Hollywood

La Infanta Elena cantó cuplés en el Ritz por Jesús Mariñas

La Infanta Elena cantó cuplés en el Ritz por Jesús Mariñas
La Infanta Elena cantó cuplés en el Ritz por Jesús Mariñaslarazon

Olga María Ramos es la única que sigue dándole al cuplé, que resucitó en 1956 Sara Montiel. Ataviada como una cupletista, evocó las «Tardes del Ritz», un sugerente pasatiempo del maestro Monreal que reverdeció Lilian de Celis. Alfonso XIII puso la primera piedra de este hotel. Quería que Madrid tuviese algo de nivel europeo, al estilo del Savoy londinense –hoy rehabilitado y transformado en apartamentos, así como el Plaza de Nueva York– o el Gran Hotel de la Paix que un siglo antes inauguró Eugenia de Montijo en París. Nunca dejo de recomendar la biografía de nuestra compatriota que escribió Jean des Cars, nada que ver con un libelo patrio de reciente publicación.

En uno de los remozados salones del hotel madrileño, la hija de Olga Ramos, muy maltratada por la historia local que la llegó a desahuciar su «Último cuplé», pidió palmas que acompañaran su chispeante ritmo. La Infanta Elena, muy juvenil, con blusa de seda en color crema combinada con un pantalón rojo y con el pelo recogido en una cola de caballo, se unió al improvisado coro. Y demostró que conocía la letra y el ritmo porque palmoteó con otras cinco «celebrities», entre las que destacaban la exquisita Piru Urquijo, una Paloma Fierro vestida en tonos blancos y negros y Juan Luna, que contó que, a causa de un traspié doméstico, se apoyaba en un bastón.

Entonaron cantos risueños ante un Antonio Lopera casi tan centenario como el «Ritz», un José María Mohedano desbarbado y Cayetano de Alba que, como siempre, se mantuvo en una esquina mientras su hermano Fernando no dejó de reír y de saludar a los asistentes. «¡Qué manera de ser tan opuesta!» se decía, mientras Doña Elena prestó especial interés a la vitrina que recordaba las visitas ilustres. Miró con detalle la de Carlos de Inglaterra y Lady Di, así como la de Julia Roberts y Woody Allen. Saludó al ex embajador en Gabón, Fernando Bachiller, y certificó con Mariola Calderón la negativa del hotel a hospedar a James Stewart «porque no admitíamos a artistas de Hollywood. Él dijo que era general de los Estados Unidos, presentó sus credenciales y se le pidieron disculpas», dijo mientras la Infanta observaba la vajilla de nácar y oro, regalo del presidente de Macapagal.