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La maldición de Eva
No hay peor enemiga para una mujer que otra mujer: Eva contra Eva. Esto puede sonar muy machista, pero, ¿cómo explicar el que una mujer aborte a otra por el hecho de serlo? Y, qué decir de esas feministas radicales que tanto pontifican que el concebir hijos hace a la mujer superior al hombre.
¿Cómo puede una mujer abortar porque no le gusta o no le conviene que su hijo sea niño o niña? ¿Dónde quedan compasión, sentido común y amor? ¿Acaso carecen de alma? No sé como llamar a esas mujeres que viven el tema de los hijos como quien colecciona muñecos: «¡Ah, éste no, que lo tengo repe! Déme el otro, que de ese sí que no tengo».
La humanidad anda sumida en una profunda crisis espiritual, hemos perdido el contacto con el alma. ¿Cómo explicar sino, que muchos respalden la eutanasia y el aborto? ¿De verdad queremos vivir en una sociedad en la que, cuando alguien no les guste o les estorbe, lo puedan liquidar «legalmente»? Cuando se pierden los valores espirituales, se pierde el sentido de la vida.
La mujer, en general, aún se siente inferior al hombre, quizá por ello algunas necesitan jugar a ser Dios, dominar sobre la vida alegando que «su cuerpo es suyo». No obstante, el bebé ni es suyo ni es un muñeco. Y, esos médicos que, en vez de curar y sanar, pasan de su juramento hipocrático para dar cumplimiento a los caprichos de muchas y muchos, debieron obtener su título en el infierno.
En verdad, no es la maldición de Eva, sino la del Averno. Por consiguiente, he creado un antídoto: «sí a la Vida, Sí al Amor».
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