Israel

Johan Galtung: «Breivik no tiene influencia en nuestra vida política»

La Razón
La RazónLa Razón

El sociólogo noruego Johan Galtung cuenta con una dilatada experiencia en la resolución pacífica de conflictos. Fundó en 1959 el Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Oslo y ha sido mediador en numerosos conflictos mundiales.

-¿Qué ha cambiado en Noruega durante el último año?
-Procesar lo que pasó es muy difícil para un país que se define como una nación de la paz. Que una persona lanzara una guerra contra su propio país en una sola tarde es muy difícil de entender. Hay algo subyacente que me inquieta. Breivik está en el centro de un triángulo. El primer ángulo es el del racismo y el culturalismo, el segundo es la islamofobia y el tercero su entusiasmo por el sionismo, porque, según él, Israel es el único Estado que lucha contra el islamismo. En cambio, los países europeos son blandos, vagos y están llenos de un sentimiento de culpa. Este mensaje ha cristalizado más de lo que uno podría pensar. Naturalmente, nadie va a aceptar a Breivik, que es innombrable, pero los cristianos fundamentalistas y los islamófobos han encontrado un guía.

-¿Ha calado de alguna forma su discurso contra los inmigrantes?
-No creo. Hay que entender que su lucha no era antimusulmana, sino contra los "traidores"del país, los socialdemócratas. En eso Breivik es un extremista total y no tiene seguidores. Ha tenido muy poca influencia en el perfil de las partidos políticos noruegos.

-Sin embargo, los ultraderechistas del Partido del Progreso (PrF) vuelven a crecer en los sondeos…
-No es un problema de partidos políticos porque esa combinación de Breivik de racismo, terrorismo e islamofobia es sólo suya. Hay muy pocos que piensan como él. Pero en el fondo, en el pueblo hay fuerzas de este tipo, por eso creo que Breivik es un hombre muy peligroso porque hay una cierta cristalización en esos sectores. Se está tratando de cicatrizar la tragedia para matar su mensaje político. Como conflictólogo, Breivik sufre desórdenes mentales, pero en la vida cotidiana es completamente normal, por lo que no hay una imagen psquiátrica muy clara desde el punto de vista jurídico.

-La inmigración sigue dominando la política noruega.
-Veremos muchos cambios. La posición del Partido del Progreso de limitar el número de inmigrantes es una posición completamente legítima en una democracia. En cambio, para Breivik, el uso de la violencia es completamente legítima. Hay un gran consenso en Noruega. Nadie va a citar sus argumentos porque todos tienen miedo de que se les diga "tú hablas como Breivik"y esto va a matar algunos argumentos de las ultraderecha. Pero mucho más importante es que no hay esfuerzos de diálogo con el islam, con los extranjeros, para entender que podemos aprender unos de otros. Pero este diálgo no debe ser gubernamental, sino entre cristianos y musulmanes iluminados. En cambio, hemos visto la compasión con las víctimas. En vez de comprender un acto de violencia, los noruegos han encontrado la pasión en la solidaridad con las víctimas.

-¿Han aprendido los Servicios Secretos a no despreciar el peligro que representa la extrema derecha?
-Las Fuerzas de Seguridad son de derechas. Ven claramente los desafíos de las amenazas de izquierdas, pero su ojo derecho es más o menos ciego. No sé como lo resolverán, pues han cometido muchos errores en el pasado. No se trata de nuevas técnicas, sino de reclutar gente que pueda vigilar también el lado derecho del espectro político. Hay una comisión de investigación sobre los atentados, de mayoría de derechas, por lo que tampoco soy muy optimista.

-¿No ha sido un error que el juicio se haya convertido en un altavoz del ideario fanático de Breivik?
-Todo el proceso ha sido un error. Han dado a Breivik una posición magnífica para difundir su mensaje a todo el mundo. Muchos creen que está fuera de la realidad, pero algunos se han inspirado en él. Un proceso de una semana hubiera sido suficiente, aún dándole la oportunidad de hacer su alegato. En cambio, los jueces han dado la palabra a Breivik repetidamente en todo el juicio.

-Pero él se ha amparado en su liberta de expresión…
-El derecho de explicar por qué lo ha hecho es fundamental. Hubiera preparado un discurso de un día, no todos los días. Breivik es un hombre de mucho talento. Se ha polarizado la idea de los traidores, como en la Guerra Fría, cuando se decía que había espías comunistas.

-Qué se debe hacer con Utoya?
-En mi juventud pertenecía a las Juventudes Socialdemócratas (AUF). Yo diría que hay que continuar como antes para no dar esa victoria a Breivik y porque allí se han celebrado seminarios muy buenos. Pero también habría que levantar un memorial por las víctimas con un buen texto y los nombres de todos. Se pueden combinar ambas cosas.

-¿Por qué ese odio a los socialdemócratas?
-Es su enemigo número uno. Breivik tiene tres argumentos contra el Partido Socialdemócrata. Primero por su política de inmigración, el multicultaralismo, que ha debilitado a la cultura noruega, y porque ha permitido la entrada de musulmanes. Él llama a la Iglesia noruega la iglesia socialdemócrata, una mezcla entre cristianismo y socialdemocracia. Ese salto a la violencia extrema es lo que hay que condenar. Él tiene derecho a defender sus ideas. Breivik asegura que nunca iría a Afganistán a matar musulmanes en nombre de un Gobierno multiculturalista.