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Lorca

Julieta (Serrano) vence a Electra

La actriz brilla en el montaje protagonizado por Ana Belén

Julieta (Serrano) vence a Electra
Julieta (Serrano) vence a Electralarazon

Mérida- Ya decía Nuria Espert: «En Mérida no te come el público, te devoran las piedras». No solo les ocurre a los intépretes, también a directores y escenógrafos. Por un lado, confían en que el conjunto milenario es contexto suficiente para versos grecolatinos; por otro, resulta complicado decorar los 63 metros de escenario. No es el caso de la propuesta de José Carlos Plaza, que inunda la tarima de arena rojiza, por la sangre derramada en Argos, que forman montañas al pie de las escaleras de mármol del palacio real de Micenas y que, a la vez, arropan el lago flanqueado por juncos en que ha convertido parte de la orchestra. Un espacio concebido por y para Mérida que brilla tanto como la versión de Vicente Molina Foix. Si en ocasiones hay que acudir a las tragedias clásicas con el árbol genealógico escrito en una servilleta, el escritor se ocupa aquí de presentarlo de manera que resulte evidente para todos desde las escenas iniciales.

De Shakespeare a Lorca
No solo firma un texto limpio y directo, sino que sabe revitalizar la función del coro y subrayar los reflejos de Eurípides en la obra de otros genios posteriores, como el uso del teatro dentro del teatro de Shakespeare o el deseo desbocado de las mujeres de Lorca. Al fin y al cabo esta es la tragedia de dos féminas, madre (Clitemnestra, Julieta Serrano) e hija (Electra, Ana Belén) despechada por el mismo hombre: Agamenón. La primera no solo porque sacrificó a su hija mayor, Ifigenia, para que los hados le fueran propicios en la batalla, sino porque a su vuelta de la Guerra de Troya, cuando ella había perdonado todas sus infidelidades, apareció con Cassandra. La otra, porque tuvo la suerte de que el único varón al que amó fuera su padre. Y por esa razón se mantiene aún virgen en la cuarentena. Es el duelo femenino entre ambas en que la función alcanza sus momentos de mayor tensión dramática.
Resulta curioso que repitiendo el mismo equipo creativo de «Fedra», el resultado no pueda ser más distinto, si en aquella fue el trabajo de Ana Belén lo que salvó la función, aquí su actuación es simplemente correcta, lo mismo que la de Fran Perea. Por encima de todos luce la verdad atribulada de Julieta Serrano que parece inventar cada frase sobre la marcha. No debemos olvidarnos de otro veterano, Carlos Álvarez-Novoa, que goza de una enorme energía. Aunque el mayor mérito es de un Plaza que, además de un conjunto armónico logra potentes imágenes como aquella en la que pone acción a la narración de la muerte de Egisto, liberando así de una de las escasas limitaciones de la tragedia: contar en «off» las escenas de acción.


El clan completo
Había tanta expectación por lo que ocurría en el escenario como por observar el desfile de famosos del graderío durante la noche del estreno en Mérida. «Solo falta Elena Benarroch», dijo una voz malévola. Arraporaron a Ana Belén: su marido (Víctor Manuel), su hija (Marina San José), Miguel Ríos, Loles León, Teo Cardalda y María Monsonis, Millán Salcedo, Jordi Rebellón...